El Jardín Botánico de Dublín


El jardín botánico de Dublín, creado en 1795 a raíz de una iniciativa del parlamento irlandés, partió de un objetivo claramente agrícola: se buscaba promover una acercamiento a la agricultura a través de bases científicas. 
Este objetivo se vio ampliado años más tarde en favor del conocimiento de la botánica de manera general facilitado por la llegada de nuevas especies de diferentes partes del mundo al igual que ocurría en jardines hermanos como el de Lisboa o Coimbra.



Nada más entrar en el jardín nos encontramos con una enorme pradera y un par de mosaicos cuya originalidad venía dada por el hecho de estar hechos enteramente de plantas crasas.


Girando hacia la derecha nos encontramos en un gran paseo de vivaces, flores de todo tipo y condición que tan bien se dan en el verano por estas latitudes.
Sin casi avisar un caminito se nos abre a la derecha. Estandos atentos vemos un cartel que nos indica que se trata del jardín sensorial, plantas aromáticas y condimentarias conforman este nuevo sendero.
Una fuentecilla  y una pérgola que nos protegió de la lluvia al final del camino le dan al espacio un aire que invita casi a la meditación.

Volviendo por donde llegamos y ya de nuevo en el camino de flores llegamos a los impresionantes invernaderos. Dos edificios que albergan desde plantas útiles a mediterráneas o tropicales.
El edificio más grande, el palmario fue construido originalmente en madera, pero debido a su debilidad frente a las grades tormentas se decidió cambiar a una estructura de hierro. Estos invernaderos fueron restaurados enteramente y reabiertos en el año 2005.
Palmeras, helechos arborescentes, cactus orquídeas entre otras muchas especies nos transportan rápidamente de un punto a otro del planeta.
Un guiño simpático y didáctico nos permite comprender el entorno del ser humano en otras latitudes, ahora veréis por qué.


Saliendo de los invernaderos nos dirigimos hacia la rosaleda y para ello atravesamos un bosquete de tejos, uno de los árboles sagrados de la cultura celta, y caminamos acompañados de variedades orientales.


Tengo que admitir que iba con mis dudas hacia la rosaleda, ya que era el mes de julio y no las tenía todas conmigo de poder ver alguna flor. Pero cual fue mi sorpresa cuando vi que no solo es que no hubiese alguna, sino que estaba lleno. Claro que Irlanda está a mucha mayor latitud que España y el mayo español os confirmo que es el julio irlandés.


Saliendo de la rosaleda entramos en lo que en inglés se llama el woodland, que sería algo así como el bosque y su mundo. Coníferas enormes nos guiaban hacia la luz al final del túnel...


...llegamos a la máxima expresión del jardín inglés: grandes praderas verdes con árboles dispersos, caminos zig-zagueantes, riachuelos y estanques, todo bien pensado para que el paseante se sienta como en la naturaleza más pura.

Una vez pasada la zona del estanque llegamos al arboreto: fresnos, robles, arces, hayas, carpes, tilos y otras muchas especies arbóreas cubren la alfombra verde del jardín.


El jardín botánico se sitúa en uno de los bordes del río Tolka de manera que aunque pueda parecer que el terreno es llano, en realidad  es más bien ondulado. Así que aprovechando una de las laderas encontraréis un roquedo maravilloso.


Otra de las características del jardín inglés son los paseos de vivaces. Especies perennes se combinan con vivaces para dar luz y color, ¡y qué color!. 


Otro de los lugares con magia es un espacio dedicado a las gramíneas. Un ejemplo de que un jardín puede ser maravilloso sin flores de colores. Es sin duda un elemento que se debería usar más habitualmente en zonas con problemas de agua. Combinaciones de gramíneas en jardines xerofíticos son estupendas.


Cómo todo jardín botánico, el aspecto divulgativo y de sensibilización es importante, de ahí que nos encontrásemos una zona "virgen" dedicada a la flora autóctona y otra en la que se nos presentaba una vivienda tradicional irlandesa construida enteramente con materiales de origen vegetal. 
Y es que amigos, de las plantas nos hemos servido y nos serviremos mucho, mucho, mucho. 



Al finalizar la visita, salimos por otra puerta, sorprendentemente el paseo continuaba, esta vez se prolongaba hacia el cementerio. Un maravilloso cementerio que os presentaremos dentro de algún tiempo...





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