El cebollino (Allium schoenoprasum)


El cebollino, ciboulette o ajo morisco (Allium schoenoprasum) es por todos conocido como condimento en platos de todo tipo, de sabor similar a la cebolla pero más fino es originario de zonas frías y norteñas, Canadá y Siberia son su tierra patria (ahora entiendo por qué es una de las pocas plantas que me aguantan el invierno sin dificultades).
Durante los meses más duros del invierno no tiene hojas, pero a finales del mismo comienzan a salirle y duran hasta principios del invierno siguiente.

Exigencias del cultivo
Es una planta bastante agradecida, aguanta suelos con ph desde 5 hasta 8 y prefiere suelos húmedos pero bien drenados.
 Crece tanto a pleno sol como en semi-sombra.

 Su cultivo en maceta se puede hacer sin dificultades utilizándose también en rocallas 



He de decir que en las latitudes parisinas de mi terraza ha sido la primera planta en echar flores (¡preciosas por cierto!), flores del gusto de abejas y abejorros (melíferas) y del nuestro mismo porque son comestibles y las podemos usar en ensaladas.
Si lo plantamos con un objetivo sobretodo alimenticio no estará mal cortar de vez en cuando los capullos para evitar que la planta se agote.

Reproducción
Se puede reproducir sin problemas tanto por semilla (sembrar en primavera) como dividiendo los bulbos (en cualquier época del año).

Interacciones con otras plantas
Inhibe el crecimiento de leguminosas.

Propiedades medicinales
El cebollino es un alimento con un significativo aporte de carotenoides, vitamina C, vitamina B9 y vitamina B6.
Tiene efectos beneficiosos en el aparto digestivo y la circulación de la sangre aunque éstos son menores que los de sus primos los ajos y las cebollas.

Otros usos
 El jugo de esta planta se utiliza como repelente de insectos y tiene propiedades fungicidas. Además se cree que es repelente de caracoles y babosas.
Sus flores se pueden utilizar como flores secas.


La Alelopatía y la Asociación de Cultivos




La alelopatía es la influencia directa de un compuesto químico liberado por una planta (aleloquímico) sobre el desarrollo y crecimiento de otra planta y micro-organismos. 

Estas sustancias pueden ser liberadas al medio ambiente por diferentes vías:
  • Por el aire debido a una volatilización
  • Por lixiviación (líquido resultante del paso de agua sobre la planta)
  • Por tierra a través de exudado de las raíces o por descomposición de la planta.

No debemos olvidar que las plantas viven en comunidad así que en ocasiones las relación con las plantas vecinas son tan molestas que hasta se vuelven dañinas y en otras son tan majas que les ayudan a crecer mejor.  

Gracias a  lo que llamamos alelopatía sabemos por ejemplo que si cultivamos una espinaca cada 4 lechugas éstas serán más jugosas o que  si cultivamos tomates con albahaca éstos tendrán una mayor producción, además de ver la evolución de la ensalada italiana más conocida en vivo y en directo

Pero como hemos dicho antes las relaciones también pueden ser tormentosas, de manera que la acción de estas sustancias puede actuar de manera negativa en uno o más de uno de los procesos fisiológicos de la plantas vecinas. ¿Y por qué ocurre esto? Pues se piensa que es para reducir la competencia con plantas de requerimientos ecológicos similares.
¿Queréis una aplicación práctica? es posible controlar malezas o al menos ayudar en su control utilizando plantas con actividad alelopática inhibitoria. Un ejemplo en la vida real son los eucaliptos que emiten 1.8cineol, una sustancia que inhibe ciertas hierbas.

De la misma manera estas sustancias no solo interaccionan con las plantas vecinas, sino que también lo hacen con insectos y hongos como estrategia de  defensa. Por lo tanto son interesantes en sistemas de control fitosanitarios.

Es por esto que la asociación de cultivos por principios alelopáticos está a la orden del día especialmente en cultivos ecológicos, ya que es precisamente en este tipo de cultivos donde se intenta alterar el medio lo menos posible evitando el uso de químicos de síntesis como uso herbicida, insecticida o fertilizante.

En la asociación de cultivos podemos diferenciar 3 tipos de plantas según su uso:
  • Plantas acompañantes 
  • Plantas antagónicas
  • Plantas repelentes
  • Plantas trampa
Tipos de Plantas en la Asociación de Cultivos


Son aquellas cuyos aleloquímicos liberados producen un efecto positivo en otras plantas. Algunos de estos efectos positivos pueden ser:
- Aumento de la concentración de aceites esenciales (la milhojas (Achillea millefolium) aumenta la concentración de aceites esnciales en las plantas que la rodean)
- Aumentar la producción (la borraja (Borago officinalis) es un buen estimulante)
- Intensificar sabores (una vez más la borraja potencia el sabor de los tomates)
- Corregir deficiencias en algunos elementos (de todos es sabido el aporte de nitrógeno que proporcionan las leguminosas al suelo gracias a sus micorrizas)

Su propio nombre lo indica, son plantas que cultivándolas juntas no se hacen ningún bien sino más bien todo lo contrario. Y es que esas mismas sustancias que a algunas plantas favorecen a otras les perjudican.
¿queréis algunos ejemplillos? nunca plantéis juntas la albahaca (Ocimum basilicum) y la ruda (Ruta graveolens) o salvia (Salivia officinalis) y pepino (Cucumis sativus), y el hinojo (Foeniculum vulgare), eneldo (Anethum graveolens) y anís (Pimpinella anisum), mejor no plantarlo en la huerta por si acaso, ya que genera efectos adversos en muchas plantas.

La característica de estas plantas es la de mantener alejados a ciertos insectos (a veces el efecto es sobre un solo insecto y otras sobre varios). El efecto puede llegar a percibirse a distancias nada despreciables.
Algunos ejemplos serían la menta (Mentha piperita) y tagetes (Tagetes patula) contra los pulgones o la caléndula (Calendula officinalis) contra muchos tipos de insectos.

Se trata de plantas que atraen a los insectos y que se utilizan para desviarlos hacia ellas y evitar que ataquen a otras plantas donde éstos no serán bienvenidos.
Pero ¡ojo! hay que saber utilizarlas o hacerlo cuando se vean los primeros síntomas de ataque, no vayamos a atraer de forma gratuita nuevas plagas a nuestras plantas. Un ejemplo típico es utilizar las capuchinas (Tropaeolum majus) para atraer los pulgones

Por hoy hemos llegado al final pero no al fin, porque continuaremos contándoos las bondades de la asociación de cultivos. Os presentaremos tablas de las diferentes plantas para que os sea lo más claro posible.



Plantas de cada día; la olivarda (Dittrichia viscosa)


    Llevaba tiempo detrás suyo, no en vano es una de las plantas más exitosas de los baldíos (y para desesperación del ayuntamiento, también de numerosos alcorques y zonas ajardinadas) del lugar en el que vivo. Y por mucho que es bastante característica, el maravilloso mundo de las copuestas y sus claves dicotómicas hacen que cualquier pequeña labor tienda al infinito, y más allá. En concreto en este desesperado caso, tras consultar numerosos tratados filosóficos y diferentes libros al uso, necesité exactamente el tiempo suficiente para caer en la cuenta de preguntar a mi padre, quien me contestó con un sonoro y rotundo "pues una mosquera, claro, qué va a ser".

   La olivarda o hierba mosquera (Dittrichia viscosa). Una planta que deberíamos conocer y nunca olvidar, porque es realmente interesante, y guarda en su anonimato multitud de sorprendentes propiedades, adaptaciones, y posibles usos. Su complicado nombre científico alude al botánico alemán Manfred Dittrich, aunque no es éste el único nombre científico que ha tenido. También se le ha citado no hace mucho como Inula viscosa, aludiendo el epíteto "Inula" a Helena de Troya, ya que cuenta la leyenda que de la tierra donde cayeron sus lágrimas brotaron flores de esta planta. Por su abundancia, mucho debíó llorar Helena el día que la raptó Teseo, pero no es de extrañar porque los griegos antíguos eran unos expertos en lo que a tragedias se refiere.
 
El rapto de Helena de Troya (vía)
   Lo que sí que tienen en común los diversos nombres científicos de los que ha dispuesto es el término "viscosa", originaria de la palabra latína "viscum", en referencia a al tacto de sus hojas que resultan ser alternas, lanceoladas u oblongas, perennes, apuntadas y sin peciolo, ligeramente dentadas, tomentosas en el envés y por supuesto pegajosas, llenas de pelillos glandulares que exudan dicha sustancia pringosa. Esta segregación química además de hacerla poco atractiva y digestiva, al caer al suelo inhibe la germinación de otras plantas vecinas que pudieran competir en las primeras etapas de crecimiento y expansión. Algo que nos recuerda al ládano de la jara pringosa (Cistus ladanifer). Incluso más allá, al igual que aquella, esta planta está perfectamente adaptada a la presencia del fuego. De hecho, es considerada pirófita, y arde con facilidad fomentando el fuego a sabiendas de que sus semillas, rodeadas de una dura cutícula, resistirán fácilmente las altas temperaturas y fructificarán abundante y profusamente tras el incendio, comportándose como una especie verdaderamente pionera y colonizadora del nuevo medio acontecido, en lo que para otras muchas especies menos adaptadas supondría su desaparición.

Es considerada pirófita, fomentando y aprovechando la presencia del fuego.
   No deja de ser esta una sorprendente medida de resistencia ante posibles competidores o ante su depredación por parte de herbívoros (que la rechazan invariablemente por muy hambrientos que estén), pero no es la única. La olivarda emite también un cierto olor parecido al de las cistáceas, peculiar, en todo caso poco agradable o incluso repelente para sus posibles consumidores. Además, esta herbácea consigue llegar a cierta altura, superando el metro y medio, y creando rodales con una base leñosa semiarbustiva que posibilitará una mayor impenetrabilidad, resistencia y envergadura.

La olivarda resulta una planta poco palatable para sus posibles consumidores.
   Es además una planta excepcionalmente adaptada a vivir en terrenos pobres, secos y soleados, resistiendo amplias variaciones de temperaturas. Sus tomentosas hojas evitan la excesiva transpiración, y su brillante cutícula, recubriendo la epidermis foliar, consigue reflejar el exceso de radiación solar no necesaria.

Detalles morfológicos foliares.
   Sus flores liguladas, de un delicado color amarillento dorado, son característica inequívoca de la familia de las compuestas (asteráceas). Lo que vulgarmente llamaríamos flor es en realidad un gran conjunto de flores agrupadas en capítulos, que a su vez se reunen en cabezuelas o panículos.
Sus pétalos ligulados nos hacen ver que estamos ante una planta de la familia asteraceae.
   Además, tiene un largo y abundante periodo de floración, que comienza en el mes de julio pero se prolonga sin interrupción hasta el invierno, no siendo raro verla llenando de color los bordes de caminos y suelos alterados allá por el mes de diciembre. Esta apuesta por la floración tardía forma parte de una exitosa estrategia que tiene como fin aprovechar la escasez de competencia, aportando además indirectamente un sustento vital para numerosas especies de insectos polinizadores, y atrayendo con ellas también insectos depredadores y beneficiosos para los huertos, tales como los chinches (Nesidiocoris tenuis, género Dicyphus, y gran variedad de insectos pertenecientes a la familia de los míridos, que depredan entre otras las polillas del tomate o la araña roja).

Nesidiocoris tenuis (izquierda) y Dicyphus discrepans, en plena faena (vías 1 y 2)

   Un huésped destacable en la época primaveral sería el mírido Macrolophus caliginosus, feroz depredador de la mosca blanca entre otros. Por todo ello esta planta silvestre es perfecta para tenerla cerca tanto en huertos de exterior como en invernaderos, en los márgenes o divisiones de estos aunque siempre de forma controlada. Su asociación con cultivos de cucurbitáceas (calabazas, calabacines, melones, sandías, pepinos, lufas...) y solanáceas (patatas, tomates, berenjenas, pimientos, petunias, tabaco...) se considera especialmente beneficiosa. Es aconsejable acometer su siembra en filas con un marco de 45 centímetros, en la estación otoñal.
Macrolophus caliginosus, alimentándose de la araña roja (vías 1 y 2)

   Especial relación guarda la olivarda con los olivos (a la cual podemos atribuir su más difundido nombre vernáculo), ya que da cobijo invernal al himenóptero Eupelmus urozonus, enemigo natural de la mosca de la aceituna (Bactrocera oleae). Aunque la lucha integral se toma su tiempo y habrá que tener paciencia para ver los efectos que genera el fomento de la olivarda ante una plaga de mosca de la aceituna, ya que se habrá de completar un ciclo completo de cuatro a cinco años. Su relación simbiótica es como un martillo pilón; lenta, pero tremendamente eficaz. También se ha comprobado su eficacia en asociaciones de cultivos con cítricos (contra la Phyllocnistis citrella), así como con encinas (contra la Ischeria ekebladella).

Hembra del himenóptero Eupelmus urozonus (arriba a la izquierda), su presa la mosca de la
aceituna Bactrocera oleae (a la derecha), y una aceituna afectada por esta última (vías 1, 2, y 3)

   A la abundante y contínua floración le seguirá una increíble multitud de semillas que, ayudadas por sus plumosos vilanos, se esparcirán con el mínimo soplo de viento para conquistar así nuevos y lejanos territorios. Y quizá sea este el factor que mayor éxito evolutivo le haya supuesto, para disgusto de muchos que intentan erradicarla. Porque aunque su origen es propio de la cuenca mediterránea, su increíble capacidad de adaptación a medios difíciles y la fácil dispersión de sus semillas, han hecho que la olivarda haga acto de presencia en prácticamente todos los continentes allá donde haya un medio apropiado para ella, lo que (recordemos que no es muy exigente) le ha llevado a ser catalogada de planta invasora a erradicar, y casi imposible de controlar a gran escala, para evitar su expansión en detrimento de otras especies locales.
Vistosa floración, que llena de color los bordes de camino a finales de otoño y principios de invierno.
   Una planta tan especial no podía haber pasado desapercibida por la mano del hombre. Nombres comunes como el de "altabaca", "pulguera" o "hierba mosquera" ya nos dan un indicio de que es un buen insecticida, para lo cual se colgaba la planta de los techos de las casas, para que las moscas u otros insectos poco deseables quedaran atrapadas en sus hojas viscosas. Idéntico procedimiento se realizaba en establos, en los que se mezclaba en las camas del ganado para que actuase de atrapapulgas. También en algunos lugares se quemaba lentamente su parte aérea para que el humo resultante y su especial aroma espantase moscas y mosquitos. Sus hojas secas se han utilizado para fumar, además de útil herramienta para eliminar los pinchos de los higos chumbos tras un fuerte barrido.

Sus flores secas, una vez caídas las semillas, son apreciadas en composiciones florales.
   Tan destacable como actual es su uso como corrector de suelos contaminados. En este aspecto, la apenas conocida olivarda se ha ganado un puesto de honor en la lista de las plantas utilizadas para extraer y acumular en su sistema radical y parte aérea metales pesados tales como el mercurio o el plomo. Todo un récord a sumar a la multitud de aplicaciones que esta pequeña y desconocida planta nos brinda.

Su abundante fructificación le asegura una exitosa reproducción.
   También resulta ser una planta muy apreciada por la medicina tradicional, seguramente debido a las propiedades balsámicas y antisépticas dadas por la presencia del eucaliptol. Así, es bien conocida la infusión de sus hojas como remedio para las molestias de la artritis o el reuma. Para ello, habrá de tomarse dicha infusión en ayunas dos veces por semana, aunque nunca en más cantidad ya que la planta puede resultar tóxica. También es un buen vulnerario, siendo su cataplasma apta para lavar y favorecer la cicatrización de heridas, quemaduras y contusiones. Tiene propiedades analgésicas (utilizada contra el dolor de muelas) y diuréticas, además de ser un buen remedio para casos febriles (antipirética) y haberse usado también para expulsar gusanos intestinales. En el norte de África se ha usado de forma efectiva como remedio contra el paludismo y algunas enfermedades urinarias. Es también astringente y antidiarreico, aunque como decíamos su uso por vía interna puede acarrear complicaciones y no está recomendado por su toxicidad. En todo caso, no se recomienda su ingesta sin la supervisión médica oportuna.
Flores en su estado terminal, dando lugar a los vilanos, sus plumosos frutos.

   En realidad su aplicación actual va mucho más allá de las aplicaciones tradicionales. Diversos estudios tienen depositadas en la olivarda grandes esperanzas, al ser esta una fuente natural para la obtención de inhibidores de la vasodilatación neurogénica, lo que tendría una aplicación inmediata en casos de migraña y distintos tipos de cáncer. También se han detectado efectos inhibitorios contra el virus del SIDA, hepatitis B y C, llegándose a patentar composiciones antivirales en las que la distintas fórmulas estaban compuestas de extractos de olivarda, entre otras especies vegetales.

   Sin duda todo un monumento viviente a la adaptabilidad, que sin embargo adorna anónima de bellas flores los invernales campos abandonados, márgenes de caminos y zonas alteradas.

La olivarda ha venido siendo usada como atrapamoscas por el hombre,
aprovechando la viscosidad de sus hojas.

   Podría confundirse con la Olivardilla u Olivardo (Dittrichia graveolens), con la cual de hecho coexiste y comparte periodo de floración, aunque en este caso  tiene hojas lineares, lanceoladas, casi imperceptiblemente dentadas y algo más pequeñas. Tras la desecación, sus flores, también de menor tamaño, tornan en púrpura.  En general tiene porte herbáceo, careciendo de base leñosa. 
 
La olivardilla (Dittrichia graveolens, vía)

Plantas de cada día; el anzuelo (Astragalus hamosus)




    El Anzuelo (Astragalus hamosus) es una leguminosa anual bastante común, de distribución mediterránea, y que prefiere campos de secano muy soleados. Tanto el nombre común -anzuelo-, como el nombre científico (el término "hamosus" viene del latín, y significa garfio o gancho) hacen referencia a la especial forma de sus frutos, que hacen de esta una planta prácticamente inconfundible.
   Puede crecer hasta medio metro, ramificándose desde su base aunque siempre guardando un porte rastrero. Las hojas están formadas por multitud de foliolos inparipinnados. Sus flores son blanquecinas y hermafroditas, agrupadas en el extremo de un pedúnculo, y su polinización viene dada en su mayoría por abejas y mariposas entre los meses de mayo y julio, madurando las características vainas con forma de garfio entre los meses de julio y septiembre.

   Es comestible, cocinándose las vainas verdes antes de su maduración, ya que rápidamente se vuelven duras y fibrosas. También tiene cabida en ensaladas, aunque más bien por su curiosa forma en presentaciones especiales, ya que su sabor es un tanto insulso y necesita de acompañamiento.
  

   Medicinalmente, resulta un buen laxante, galactogogo y emoliente, así como efectivo para catarros o la irritación de las membranas nasales, aunque la realidad es que no ha sido muy utilizado en nuestra medicina tradicional. Muy al contrario que en otras culturas, como la hindú, donde el anzuelo es equiparado al Melilotus alba o la Trigonella uncata, usándose la decocción de las judías vía interna para casos de trastornos nerviosos, hepáticos, renales o diuréticos. Además, con la planta se hace una pasta  que se usa para hacer masajes en los músculos inflamados. Dicha pasta también, mezclada con vinagre o agua de rosas, se aplica externamente para el dolor de cabeza.

   Como leguminosa que es, tiene la capacidad de fijar nitrógeno atmosférico por su especial relación simbiótica con ciertas bacterias del suelo (rhizobias), formando nódulos en las raíces y así enriqueciendo el suelo, aunque hay que tener en cuenta que también pueden acumular niveles tóxicos de selenio y otros elementos cuando se encuentra en suelos ricos en estos compuestos.

Nódulos en las raíces de leguminosas (vía)

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