Intentar narrar la vida de William Bartram (1739-1823) en pocas palabras es algo bastante pretencioso. Ante todo fué un magnífico botánico y explorador estadounidense inmerso en una época convulsa marcada por hostilidades con la comunidad nativa indígena norteamericana, y la posterior guerra de la independencia. Ya desde muy pequeño mostró sus grandes dotes ilustrativas, alentadas sin duda por su padre John Bartram, primer botánico profesional de Estados Unidos y "Botánico del Rey" de Gran Bretaña. A su lado participó en diversas exploraciones y aventuras por el nuevo mundo, y a pesar de los numerosos contratiempos que surgieron en el camino (su primera expedición para cartografiar la costa de Florida naufragó en una tormenta, entre otros muchos fracasos), consiguió sacar adelante sus bocetos y apuntes con la ayuda de distintos negocios.
La fama le llegó gracias al adinerado John Fothergill, que impresionado por la calidad de sus trabajos financió una nueva expedición. Las descripciones que anotara posteriormente serían fuente de inspiración para poetas de índole romántica en todo el mundo. Aún más allá, sus anotaciones al asistir como topógrafo de los nuevos límites territoriales marcados en diferentes congresos indios de la época nos dan hoy en día una idea muy aproximada de aquella cultura indígena, y de las disputas y rivalidades entre los distintos líderes y tribus nativas. Llegó a trabar amistad con algunas de ellas, entre las que cabe destacar al jefe de Cuscowilla Cowkeeper, quien le dio a Bartram el nombre de "
Puc-puggee", o "el cazador de flores", con el que sería conocido a partir de entonces. Esta amistad le permitió estudiar animales y plantas locales, explorando distintos territorios indios que por su peligrosidad estaban vetados al hombre blanco. Las emocionadas descripciones que hiciera de las montañas Cherokee a lo largo del río Little Tennessee siguen atrayendo hoy en día a turistas y amantes de la naturaleza.
La guerra de la independencia le llevó a refugiarse con su padre en su jadín botánico particular en Pennsylvania, donde disfrutaría en camaradería de su compañía durante ocho meses, hasta que el afamado John Bartram muriese en septiembre de 1777.
En sus últimas décadas de vida rechazó numerosos proyectos para enseñar botánica, e incluso invitaciones a exploraciones tales como la Expedición de Lewis and Clark. En cambio decidió pasar aquellos años haciendo un llamamiento a los estadounidenses a respetar los derechos indígenas y a erradicar la esclavitud en sus tierras, sumido en un ritmo de vida de estudio y trabajo tranquilo, rodeado de su familia y jardines donde moriría a la edad de 84 años.
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Casa y jardín de los Bartram (vía) |
Una vida muy interesante...por lo que veo. Que épocas tan apasionantes y difíciles a la vez...
ResponderEliminarBueno, hoy en día las metas imposibles son otras... la genética, la astronomía... siempre hay lugar para la gente a la que le apasiona soñar ;)
EliminarMe chiflan las antiguas láminas de zoología y botánica. Reflejan la pasión de sus autores por el tema expuesto.
ResponderEliminarGracias por toda la información!
¡A ti por seguirnos, Mónica!
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