Emplazamiento de algunos Wollemi en el Wollemi National Park de Australia (Vía) |
La historia del Pino wollemi (Wollemi nobilis), es una de esas historias para enmarcar. Para empezar, ni siquiera es un pino. Es quizá más parecido a un helecho, aunque pertenece a la familia de las araucarias y tiene porte arbóreo. Se dió a conocer al mundo hace muy poquito, en 1994, cuando un guardabosques australiano llamado David Noble, con tendencias botánicas y exploradoras, decidió dar un paseo por distintos valles recónditos y casi inaccesibles en la basta región de Australia de Nueva Gales del Sur. Allí encontró unos pocos ejemplares de esta especie, aislados y hasta entonces desconocidos para la ciencia, y tras numerosos estudios y publicaciones, consiguió convencer a la incrédula y ojiplática comunidad científica de que, este helecho arbóreo de corteza achocolatada, era tan real como la vida misma. Las reticencias no eran en vano, ya que su historia va mucho más allá; este árbol se conocía anteriormente, pero únicamente por el registro fósil. De hecho, el mayor periodo de expansión de este verdadero fósil viviente australiano data de 90 millones atrás, en pleno Jurásico y Cretácico, y sirvió sin duda como fuente de alimento de gigantescos dinosaurios en escenarios que hoy en día solo caben en nuestra imaginación, estando anchamente disperso por el antaño macrocontinente sur que los geólogos han tenido a bien llamar Gondwana. De hecho, el fósil más antiguo de Wollemi encontrado a día de hoy, lo sitúan hace la friolera de 200 millones de años.
Hasta que David Noble (a la derecha) no redescubrió la especie y el género, el wollemi sólo era conocido por fósiles de la era mesozoica (Vías 1 y 2) |
Estudios genéticos posteriores han revelado un dato aún más increíble; todos los individuos tienen casi la mismas características genéticas, por lo que se cree que en algún momento sólo quedaron uno o a lo sumo dos ejemplares de esta especie, que posteriormente consiguieron regenerarse lentamente.
Porte de ejemplar adulto de wollemi (Vía) |
Y del anonimato, al estrellato. Todo el mundo quería tener un ejemplar en su jardín de esta planta maravillosa. Y los gestores australianos supieron reaccionar a tiempo y dijeron "¿pero por qué no?", y en esa simple cuestión radica el secreto de su lento pero seguro éxito. Para paliar la brutal presión popular sobre este superviviente que se generó, además de proteger el emplazamiento de estos apenas cien ejemplares censados con estrictas leyes y medidas legales protectoras (entre las que se encuentra la creación del llamado Wollemi National Park), entre los numerosos programas de recuperación y ayuda a la especie se planteó el de dar a conocer ésta a bombo y platillo. Desde el comienzo, han pensado que no hay mejor manera de que una especie perdure, que la de poner una planta en cada jardín botánico, o incluso en cada jardín particular. La política de marketing, en la que gran parte de las ganancias financia la conservación de la especie no solo indirecta, sino también directamente, tuvo un éxito sin precedentes. La primera vez que se comercializó esta planta, a finales de 2005 en una sociedad de subastas australiana, el precio que se alcanzó por las no más de 300 plantas fué de más de un millón de dólares.
Recogida de semillas de wollemi (Vía) |
Aún así, el emplazamiento de las especies originales, se guarda con verdadero recelo y no es para menos; a finales de 2005 algunos árboles fueron infectados con el virulento moho de agua Phytophthora cinnamomi, y se cree que dicha infección fué introducida involuntariamente por visitantes no autorizados.
Joven ejemplar comercializado en maceta (Vía) |
Y es que no hay que ir tan lejos para ver esta bonita especie; hoy en día cualquier persona interesada puede obtener un wollemi por internet, o visitando viveros especializados en palmeras y cycas. Pero como siempre, aunque esta vez especialmente, antes de lanzarse a comprar esta especie hay que conocerla bien y saber cuáles serán sus especiales requerimientos.
Cono floral masculino (Vía) |
Corteza de wollemi (Vía) |
Lo primero hay que decir que aunque se la vea con pinta de helecho, es un árbol perenne que puede alcanzar los 40m. Sus hojas son planas y lineares, y sus semillas (insertas en unos conos florales de color verde) necesitan para madurar año y medio. Las flores se sitúan en los extremos de sus ramas, y tras la diseminación, la rama morirá también. Su corteza es muy característica, nudosa y granulosa, de color chocolate oscuro. Tiene en general un porte esbelto y espigado, con ramificaciones simples, y tiene una buena regeneración de cepa, estando normalmente conectados multitud de vástagos a través del sistema radical.
Es una planta que vive normalmente a la sombra de otros árboles, protegida tanto del viento como de la insolación directa. También necesita cierta humedad, por lo que no vivirá en substratos muy calizos, secos o ambientes áridos. En su ambiente natural se encuentra en lugares al abrigo de altos paredones, en una situación de fondo de valle con ambiente subtropical. Esto nos da una idea de los requerimientos de esta especie, que a pesar de ello, puntualmente puede soportar hasta los -12ºC.
Brotes de cepa de wollemi (Vía) |
Copa de ejemplares adultos (Vía) |