El mastín español o leonés







   No es lluvia de hace dos días, que para conocer los orígenes de este gigante bonachón, amigo de las caricias y fiel compañero en multitud de jardines y parcelas, tenemos que remontarnos muy atrás en el tiempo. Debió de ser en la prehistoria cuando el hombre comenzó a darse cuenta de lo útil que le resultaría en su vida cotidiana contar con la ayuda de diferentes tipos de animales en su propio beneficio, en lugar de luchar contra ellos o símplemente verlos como una fuente de alimento. Sin duda los primeros pasos hacia la domesticación fueron dubitativos aunque perspicaces, ya que con el paso del tiempo fueron dando sus frutos a través de la selección de individuos. Así, generación tras generación, lograron diferentes razas óptimas para las distintas necesidades en la actividad humana.

Viendo los resultados del "Experimento de Belyaev" con zorros (vía),
no parece difícil imaginar cómo la domesticación del lobo dio origen
al actual perro a través de la selección de individuos.
     
   La aparición de la raza conocida como "mastín" es muy remota, y la determinación de sus rasgos típicos se remontaría a los comienzos de la práctica ganadera, respondiendo muy probablemente a la búsqueda de un animal que guardara y protegiera los rebaños de ovejas y cabras frente a depredadores naturales o robos.

Bajorrelieve asirio (1850 a. C.)  (vía)

   Algunos estudios sitúan su introducción en la península por parte de fenicios y celtas. Otros sitúan su origen en los molosos asirios. Lo único cierto es que las referencias escritas más antíguas las tenemos con la entrada de la antígua civilización romana, en las que Plinio el Viejo, en su libro IX de Naturalis Historia, o incluso Virgilio en su tercer libro de Georgicas, hablaban del uso de "los vigorosos mastines de Iberia", dando consejos para su cuidado y cría, y dando así a entender que la existencia de dicha raza podría tener un origen al menos prerromano.

 
(Vía)

 
   Ya con la aparición de la transhumancia, el papel de nuestros amigos los mastines redobló su importancia, recorriendo España de sur a norte y de norte a sur defendiendo con su potente mordida de la siempre amenazante figura del lobo al ganado ovino, que viajaba en busca de los pastos estacionales más aptos según la estación. La cabaña merina era el motor económico del Reino Español y lo encumbraba al nivel de las más grandes potencias mundiales, lo que llevó a Alfonso X el sabio a la creación del Honrado Concejo de la Mesta. Esta institución se encargaba de administrar todo lo concerniente a la actividad ganadera y sus conflictos, y específicamente en lo tocante a los mastines, regulaba las características de los animales y las obligaciones intrínsecas de los propietarios. Parece un detalle vanal, pero a mediados del siglo XVIII todo lo referente a la cabaña ganadera transhumante se guardaba con el mayor de los recelos y secretismos, dándole una absoluta prioridad ante otras actividades económicas tales como la agricultura.




   Con el desarrollo de la revolución industrial, el transporte viario fué en parte responsable del posterior declive lanar, que ya venía en decadencia. Como no podía ser de otra forma, la figura del mastín se vió a su vez en sus horas más bajas, aunque fué en el siglo pasado, tras unos años inciertos durante la guerra civil española en los que la raza casi desapareció, cuando se retomó su crianza, esta vez con la función predominante de perro de guarda en fincas privadas y propiedades rústicas.

   Y en esos quehaceres le encontramos actualmente, retozando y dándose a la buena vida, lejos de un pasado más oscuro lleno de carlancas y collares con pinchos en el cuello en su eterna lucha contra el lobo, como fiero perro de guerra usado por los conquistadores españoles por su elevado instinto guardián frente a la comunidad indígena autóctona sudamericana, como perro de caza del jabalí en tiempos más recientes, o incluso metido en salvajes luchas de perros ya desde la antigua roma.






   Es un perro tranquilo y cariñoso, sobre todo las hembras, y aunque su oficio y apariencia pudiese dar a entender lo contrario (no en vano es la raza autóctona española con mayor tamaño), es muy consciente de su fuerza y sólo la usará cuando sea realmente necesaria. Esto hace que sea un perro único, tremendamente paciente y muy adecuado en el trato con los niños, por los que siente predilección como ya dejase constancia Velázquez en su cuadro "Las Meninas". Además de cariñoso es muy tolerante incluso ante provocaciones directas leves. Posee un gran tamaño (un individuo adulto rondará los 80 cm y los 70 kg de media, algo menos las hembras que los machos) además de una potencia considerable, y aunque rara vez hará uso de ella por su carácter apacible e inteligente, siempre será recomendable una correcta educación desde edades tempranas, lo que dará pie además a sacar el máximo partido de sus excelentes dotes como guardián. Y es que resulta ser un perro con carácter y difícil de entrenar, pero no por ausencia de inteligencia, sino por exceso de ella; aprenden rápido, sobre todo las hembras que resultarán por lo general algo más inteligentes e independientes, aunque con el tiempo lo más probable es que se cansen e ignoren las ordenes al no verle una razón práctica, haciéndose los sordos ante desesperación de sus dueños. Sin embargo y a pesar de su tozudez, tienen un increíble poder de reacción ante los problemas reales que se les presentan, solventándolos rápida y eficazmente.
 
El mastín, todo un monumento a la paciencia (vía).

   Su carácter rústico y corpulencia hacen que necesite bastante espacio para el ejercicio físico (aunque a primera vista su actividad diaria no sea muy alta y se reduzca a un típico trote ocasional a su aire, levantando la cola) y comida abundante, casi un kilo de pienso seco diario. Si vive en zonas muy frías, hay que cuidar que no le falte el agua al helarse esta en el bebedero por las bajas temperaturas. Por lo demás, tiene un profuso y espeso pelaje, duro y semilargo, que si se cepilla frecuentemente eliminando el pelo muerto le protegerá sin problemas de los rigores invernales (soportarán mucho mejor un clima frío que uno muy cálido). Su coloración suele ser uniforme, aunque también aparecerá manchada variando enormemente desde el amarillo pajizo, hasta el gris o el marrón rojizo, y la densidad de su pelaje será algo mayor en la cola y en su espalda. De hecho, tiene dos tipos de pelaje, uno que cubre el dorso y otro de protección sobre los flancos, y siempre más corto en las patas y más largo y sedoso en la cola.
Nut y Thor, disfrutando de la nieve (el rey de la montaña).

   Posee además una cabeza grande y compacta que a primera vista impresiona, y su ladrido es ronco y sordo, bien audible a grandes distancias. Conserva la doble garra en el pulgar de las patas traseras, signo que al igual que en el Perro de Montaña de los Pirineos se ha venido a considerar como rasgo poco evolucionado. Otro aspecto que llama la atención es su gran papada, que suponía una protección adicional en la garganta ante posibles ataques. Como media, este manso y noble animal será tu sombra a lo largo de diez o doce años. Esa es su esperanza media de vida, durante la cual aportará todo el cariño que una persona pueda llegar a imaginar, aunque también defenderá a su familia con gran ferozidad frente ante el peligro de intrusos (entendiendo como intrusos tanto asaltantes reales como la presencia ocasional de inocentes animales salvajes que por su territorio pasen) si así fuese necesario.
Pulgar en las patas traseras de un mastín.

   Encontramos también dentro de la denominación de mastín otra clase de perro diferente. El más común que ya hemos descrito, más grande y pesado, es el típico mástín de montaña. Pero también puede verse otra clase más rápida, ligera y atlética, que vive en las zonas más cálidas, con el pelaje algo más corto, que quizá suponga según algunos expertos el origen del primero. Sea como fuere, partimos de la base de que lo que más necesitan es cariño y mimos, y que a todos ellos les encantará dar largos paseos por el campo. La dolencia más común debido a su rápido crecimiento y gran tamaño será la displasia de cadera, enfermedad hereditaria que produce dolor y cojera, y que suele hacerse patente en los primeros tres años del animal. Su remedio pasa por la operación quirúrgica, aunque la solución, dependiendo del grado de la lesión, nunca será fácil.

2 comentarios:

  1. Qué historia!
    yo he de reconocer que estos perros, si no van con dueño me dan respeto. En Gredos (tierra "reciente" de lobos) son super frecuentes y dan un miedillo.... su tamaño, su ladrido ronco.... pero claro, luegos les ves con un gatillo o con un niño haciendo trastadas (éste último sí que me da miedo) y se te cae el mito :)

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  2. Es todo fachada, en serio, hacen su papel de guardián. Luego son los más bonachones de todos.
    Y no te piden la paga (todo ventajas).

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