Hace ya algún tiempo que cayeron en mis manos unos cuantos bulbos. Un bulbo, para todo neófito que se precie, es como una caja de sorpresas infinitas, porque nuca se sabe muy bien qué va a salir de ahí. Y Voilá, justo hace pocos días que abrió en una de las macetas una bonita flor de Azafrán, Crocus sativus.
Desapercibida hasta su floración pero entonces de una belleza sutil, aunque para mí haya sido un gran descubrimiento ya venía siendo venerada y usada medicinalmente por el hombre desde el antiguo Egipto hasta la actualidad, objeto de numerosas leyendas en prácticamente todas las culturas orientales y occidentales. Se solía tomar como una planta de buen augurio y prosperidad, usada también como objeto persuasivo y de seducción. No en vano hoy es la especia culinaria más cara del mundo; al verla se entiende ya que de cada flor se aprovechan únicamente sus hebras (estigmas), de un color rojo intenso. Aunque nosotros la conocemos como ingrediente para la paella, por todo el mundo se usa no sólo como condimento de distintos arroces, sino en tés, pasteles y los platos más diversos.
Curiosamente es una planta que se reproduce únicamente por bulbos, ya que la flor es estéril.
Así que ahí queda, sólo cuatro pinceladas de una flor maravillosa aunque algo efímera, para lucir el jardín en primavera. Os dejo una preciosa foto de Jahel Latasa, del Museo Monográfico del Azafrán en Monreal del Campo, que mis plantitas ya andan un poco pasadas para fotos.
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