Plantas de cada día; la Erophila verna (Pan y quesillo)


   El pan y quesillo o yerbecilla temprana (Erophila verna) es una pequeña herbácea anual con un marcado carácter ruderal y arvense, que aunque en nuestros habituales paseos pase inadvertida, ella está ahí presente en lugares tales como eriales, bordes de camino, muros de piedra, claros de matorral o ribazos de toda Europa y parte de Asia. Si nos agachamos y fijamos bien la vista a nuestros pies, quizá podamos verla discreta por su temprana y bonita floración, que suele comenzar con el final del invierno en esos primeros días francamente primaverales cuando aún las últimas nieves no han terminado de recogerse, para extenderse largamente hasta el mes de julio. Su carácter rústico le ha llevado, seguramente ayudada de la involuntaria mano del hombre, a cruzar océanos y naturalizarse también en los enclaves más cálidos de Norteamérica y el continente australiano.

Hay que mirarse detenidamente a los pies para que no le pase a uno inadvertida...
   Si os acordáis, su historia es muy similar a la de la Cardaria draba, y no es casualidad ya que ambas resultan pertenecer a la enorme familia de las crucíferas. ¡Incluso con anterioridad se le vino a denominar Draba verna debido a su alto grado de polimorfismo intraespecífico!

   Aunque no llega al caracter invasor ni a considerarse una plaga como la draba, tiene costumbres y querencias similares; como aquella, vive a pleno sol, en suelos normalmente esqueléticos y secos (es indicadora de sequedad). Sin embargo, soportará casi todo tipo de suelos, tanto ácidos como básicos, y podrá estar presente en localizaciones de carácter más umbrófilo y prácticamente a cualquier altura; desde una arenosa duna casi al nivel del mar, hasta altas montañas que superen los 2000 metros.



Detallada lámina (y excepcional trabajo como siempre) de la Flora Ibérica (vía)

   Normalmente rondará los 15 centímetros de altura (aunque podrá variar enormemente, pudiéndose encontrar ejemplares de entre 3 y 30 centímetros), y tendrá una presencia efímera, completando su ciclo vital rápidamente. Se cree que su mayor o menor desarrollo podría estar ligado a la disponibilidad de agua en el entorno, y siempre condicionado por la brevedad de su ciclo de vida.


   Su sistema radical estará poco desarrollado, y sus hojas se dispondrán en rosetas, con forma espatulada y más o menos lanceloadas, normalmente con terminación apuntada. También serán pubescentes, con patentes pelillos tanto estrellados como simples, y su margen será insinuadamente dentado, marchitándose sin embargo incluso antes de que los frutos lleguen a madurar. Sus pequeñas y blancas flores (de unos 3 mm de diámetro) se caracterizarán por tener los pétalos profusamente divididos en dos lóbulos, y estar dispuestas en largos tallos florales que se ramificarán terminalmente dando lugar a numerosos racimos, de entre 3 y 17 flores.
   El fruto tendrá forma de silícula plana, elíptico-apuntada, que llegará hasta el centímetro de largo por unos 3 mm de ancho, guardando con recelo unas 50 semillas en su interior. Conforme vaya dispersando su preciada carga, la vaina verde tornará a un marrón algo traslúcido que a menudo permanecerá en la planta.
   Como curiosidad, y al estar siempre presente en suelos poco nitrogenados, resulta ser un buen indicador en parques y jardines, marcando un buen momento para proceder a la enmienda orgánica.

(vía)

   Sus hojas tienen propiedades medicinales, entre las que se destacan su carácter astringente y vulnerario, utilizadas en forma de infusión para heridas leves o pequeñas quemaduras y rozaduras. Además ha sido utilizada como como tratamiento para infecciones dermatológicas tales como el panadizo.


Plantas de cada día; el renículo (Adonis microcarpa)


   La herbácea que hoy os presentamos tiene mucha historia recorrida, tanta que su género (de apenas seis especies peninsulares) tiene por nombre el del dios griego de la vegetación y la floresta...

   Y es que en la Antigua Grecia se dio el hecho de que, fruto del incesto entre Mirra y su padre Cíniras, nació Adonis, un muchacho de tal belleza, que a toda aquella que osara solo mirarle robaba el corazón sin remedio. Esta fué la razón y no otra por la que la mismísima Afrodita quedó hechizada y decidió abandonar el Olimpo, para conseguir arrebatar al chico de las Náyades que le custodiaban...

Nacimiento de Adonis, del tronco de un árbol en el que su madre Mirra
se transformó intentando evitar el incesto. Guillaume T. de Villenave (vía) 

   Para ocultarlo en su huida, Afrodita le escondió en un cofre y se lo entregó a Perséfone para que lo guardara en el inframundo, pero esta última al abrir el cofre quedó igualmente prendada de Adonis, por lo que se negó a devolver el cofre con su preciado contenido.

   La feroz disputa que consecuentemente sucedió entre ambas diosas quedó finalmente resuelta por Zeus, que decidió que Adonis pasara cuatro meses con Afrodita, los cuatro siguientes con Perséfone, y los otros cuatro con la que él eligiera entre ambas.

Perséfone y Sísifo, en su viaje por el inframundo,
pintadas en un ánfora ática (530 a. C.) (vía)
  Finalmente Adonis se decantó por afrodita, lo cual tuvo nefastas consecuencias para él. Los dioses son caprichosos y tienen muchos enemigos, por lo que tener tal relación con uno, y no ser inmortal, no podía traer nada bueno.

Adonis retenido por Afrodita-Venus antes de su encuentro con el jabalí.
Francois Lemoyne, "Afrodita y Adonis" (vía)


   No se sabe a ciencia cierta si fué por mandato de Artemisia como represalia por la muerte de Hipólito, o por los celos del mismísimo Ares que era también secreto amante de Afrodita, pero el hecho es que una tarde que Adonis salió de caza, fué destrozado salvajemente por los colmillos de un misterioso jabalí.

"La muerte de Adonis", de Eugenio Álvarez Dumont (vía)
   Al oir sus gritos, Afrodita corrió descalza por el bosque lo más rápido que pudo en su auxilio, pero no pudo evitar finalmente el fatal desenlace. Cuando llegó, solo pudo ver cómo de cada gota de sangre que brotaba de su cuerpo ya muerto nacía una flor roja llamada anémona. La leyenda también cuenta que, en su frenética carrera para socorrer a su amante, Afrodita se hirió sus tobillos con las zarzas de tal manera que su sangre formaba regueros de los que brotaban flores, a las que se vino en llamar Adonis.

"El despertar de Adonis", en una reinterpretación de John William Waterhouse (vía)
Obsérvese las flores rojas que les acompañan...

   Lo cierto es que su leyenda guarda muchos símiles con la del dios Osiris de Egipto, por lo que no se descarta una posible adaptación entre ambos mitos. El propio Luciano de Samósata ponía en tela de juicio si las celebraciones anuales en el río Adonis, actual Nahr Ibraim en Siria, en el que anualmente se teñían sus aguas de rojo por sus especiales depósitos sedimentarios, eran en honor de uno u otro.

El historiador griego de origen sirio
Luciano de Samósata (125-180 d.C.) (vía)
   Tras su muerte, Adonis fué divinizado para el culto femenino, portando en sí mismo el simbolismo del consuelo ante la belleza efímera, la vida floreciente que es abatida por la vejez y la muerte, así como la primavera que sucumbe ante el invierno. En los templos a él dedicados, las mujeres se sentaban en la puerta y lloraban, sembrando al llegar la primavera en tejados planos así como en cuencos de barro los llamados "jardines de Adonis", en los que plantaban hinojo, lechuga, trigo y cebada entre otras hierbas de crecimiento rápido, que tras un corto periodo de apogeo terminaban por marchitar prontamente.

"The gardens of Adonis", de John Reinhard Weguelin (vía)
Portando los jardines de Adonis en sus manos, las mujeres
daban rienda suelta a su alegría por la llegada de la primavera.


   En concreto, el renículo o adonis negro (Adonis microcarpa) es una hierba anual que suele medir entre 10 y 25 centímetros, con hojas muy segmentadas (pinnadas), glabras y normalmente ramificadas desde su base, algo más pilosa. Las flores aparecerán por el mes de abril y hasta junio, terminales y solitarias, con 5-8 sépalos pilosos, glandulares y caducos que medirán dos terceras partes de los pétalos. Dichos pétalos se dispondrán en un número que variará entre 5 a 20 tendrán un color amarillo limón brillante (aunque también pueden darse colores más rojizos) pudiendo estar además levemente manchados de un color oscuro en su base. Destacarán en ellas unas anteras negro-violetas muy patentes.


Obsérvese sus hojas, muy segmentadas
 
   El rugoso fruto será una característica fundamental para su determinación, y constará de un poliaquenio denso, alargado y picudo en su parte superior, con aquenios rectos de unos tres milímetros aproximadamente, de dientes obtusos, ascendentes y poco desarrollados, con pico corto y a menudo algo más negruzcos. No en vano, el epíteto latino "microcarpa", dado por Augustin Pyrame de Candolle en 1817, significa "pequeño fruto".


Véase el tamaño de los sépalos en comparación con los pétalos, así como el picudo poliaquenio
    Aparecerá mayormente en pastizales, baldíos, cultivos de secano y tierras removidas de la región más mediterránea de la península ibérica, además de la costa atlántica marroquí, prefiriendo suelos básicos, aunque no sea este un factor limitante. También se ha naturalizado en el sudoeste de Australia, donde se le denomina "ojo de faisán" (Pheasant's eye).


   Su semilla puede resultar tóxica al ser consumida por el ganado en grandes concentraciones.

   Es una especie autóctona que, debido a la especial forma y color de sus hojas, su resistencia a la sequía, así como por la incuestionable belleza de su floración, ha venido siendo seleccionada y cultivada en invernaderos para su plantación en parques y jardines.

Las hojas del A. microcarpa son glabras, aunque ligeramente tomentosillas en su zona basal

   Como especies similares encontramos, descartando el resto de ranunculáceas, las distintas especies del género Adonis, dentro del cual las especies A. vernalis y A. pyrenaica resultan ser vivaces. El resto de especies, entre las que encontramos el A. microcarpa, son todas anuales. De entre ellas, A. aestivalis se caracterizará por sus pétalos rojizos o amarillo limón siempre manchados por una patente mancha negro púrpura en su base. Tendrá además aquenios con la giba en su parte media, lejos del pico.

Adonis flammea (vía 1), Adonis Annua (vía 2),
Adonis aestivalis (vía 3)A. vernalis (vía 4) y A. pyrenaica (vía 5)


    A. flammea tendrá pétalos algo más estrechos, a menudo desiguales, de un color rojo escarlata, y sus sépalos serán la mitad de largos que los pétalos, además de tener un aquenio con el pico erecto y giba muy pronunciada. Por el contrario, A. annua, aunque de similar color, estará habitualmente manchada en su base de negro o amarillo y tendrá las hojas pubescentes. Además, sus aquenios tendrán su parte superior más plana, o al menos poco curvada. 

Comparación entre las pubescentes hojas del A. annua, y las glabras del A. microcarpa (vía)

Detalles morfológicos de Adonis microcarpa (vía)

Plantas de cada día; la becerrilla (Chaenorhinum rubrifolium)


   El género Chaenorhinum (del término "chaino" que significa "entreabierto", y de "rhinos" que significa nariz u hocico, en clara alusión a la especial forma de sus flores) es un género íntimamente relacionado con el género Linaria. Compuesto por hierbas anuales y perennes, es cuanto menos complicado en su determinación dada la gran variabilidad poblacional en factores determinativos, como son el indumento u otros aspectos corológicos tales como la dentición de sus frutos, en parte debida a la más que probable hibridación existente entre éstas.

   La planta que nos ocupa hoy, la becerrilla o espuelilla pilosa (Chaenorhinum rubrifolium), es una planta distribuida por toda la cuenca mediterránea en su parte central y occidental, englobando en la península ibérica tanto la zona central, sur y levante, además de las islas Baleares. Tiende a crecer a pleno sol en suelos pedregosos, roquedos y fisuras de rocas, o incluso en muros secos y calizos junto a plantas tan características como la Sarcocapnos enneaphylla que ya viesemos hace algún tiempo.

Detalles de la venación floral, así como de sus hojas ovaladas o lancelolares, además de glandulares.
   Con una talla de entre 5 y 18 centímetros, resulta ser una planta glandular-pubescente, con hojas normalmente opuestas y de forma ovalada o elíptica, verdes por el haz y algo más púrpuras por el envés. Las hojas inferiores resultan ser ligeramente más lineares. Sus tallos, normalmente glandulares y erectos aunque también pudiendo presentarse ramificados desde su base, serán más o menos robustos dependiendo del régimen de lluvias que prevalezca en la zona.

   Sin duda alguna lo que más llama la atención de esta planta son sus inflorescencias, en ramillos erectos o zigzagueantes de entre 5 a 10 flores hermafroditas. Dichas flores son características, presentando un claro zigomorfismo (sus cinco pétalos dan lugar a una forma irregular), con una corola en forma de garganta que tiende a cerrarse por su protuberante labio inferior. Varía entre los colores violetas, rosados y amarillentos, ocasional y difusamente venados de un violeta más oscuro.

   Tras la fructificación, darán lugar a semillas crestadas, de apenas medio milímetro y de color pardo oscuro.

Minúsculas semillas de Chaenorhinum rubrifolium (vía)

Plantas de cada día; el narciso pálido (Narcissus triandrus)


   Hace poco vimos cómo florecían los narcisos por nuestro blog... y a pesar de su difícil diferenciación, parece que estas simpáticas plantitas, de la familia amaryllidaceae y siempre anuncio de una primavera inminente, han venido para quedarse. Hoy os presentamos al Narciso pálido o de roca (Narcissus triandrus subsp. pallidulus), que no suele faltar a su cita anual allá por los primeros días de abril, en suelos rocosos y expuestos, soleados y pobres. No debía ser este el narciso que se asomaba a las aguas para ver su reflejo, y que dio nombre al género.

   En concreto estos los encontramos en un pastizal de montaña abierto entre el matorral y el robledal en la sierra de Guadarrama, pero la distribución natural de la especie abarca el centro y sureste peninsular para la subespecie pallidulus, así como el noroeste para la subespecie triandrus. También podremos encontrar en el oeste peninsular la subespecie lusitanicus, de un amarillo más intenso. Más allá de la península ibérica, únicamente encontraremos naturalizada la especie en las islas de Glénans, en la Bretaña francesa, aunque siempre de forma más puntual.

Distribución natural de las distintas subespecies (vía)

Pequeños bulbos de N. triandrus (vía)

   Se trata esta de una planta de entre 11 y 35 cm de altura, glabra, bulbosa y perenne, que pasa desapercibida el resto del año, midiendo sus bulbos subterráneos unos dos centímetros aproximadamente. Sus largas hojas serán de color verde oscuro y de sección semicircular, algo estriadas longitudinalmente, y medirán  aproximadamente lo mismo que el tallo floral; entre 15 y 30 centímetros.

   Su efímera floración adornará fugazmente los montes con un característico color amarillo pálido y con su forma de campanilla que cuelga cabeza abajo, para dar paso finalmente al fruto que constará de una cápsula elipsoidal trilobulada.

   Su indiscutible belleza, a pesar de su relativamente efímera floración, le ha llevado a estar presente en no pocas macetas y jardines. Para su siembra habrá que tener en cuenta que hay que enterrar los bulbos de forma algo más somera que otros narcisos; recordemos que está acostumbrado a vivir en suelos someros y rocosos.

(vía)


El rusco (Ruscus aculeatus)


   Si nos vistiésemos con un velo para entrar en el oscuro mundo de la Edad Media, y nos hablasen de una planta mágica muy codiciada, que aleja tormentas y mantiene siempre lejos la amenazante presencia de brujas y hechiceros, la miraríamos ojipláticos y con el mayor de los respetos. Si pudiésemos viajar un poco más allá en el tiempo, nos pusiésemos una toga para mezclarnos en la cultura de la Antigua Grecia, y una vez allí el mismísimo Dioscórides así como cualquier otro médico clásico nos hablasen del Arrayán salvaje, un mirto bendecido por los dioses que cura cuerpo y alma, y que forma parte del remedio conocido como "Jarabe de las cinco raíces", sin duda pensaríamos que no es una planta cualquiera.

Dioscórides, un personaje sin parangón en la historia de la botánica (vía)

     Y es que no lo es, aunque en tiempos recientes haya pasado a ser poco más que una pequeña desconocida para excursionistas y viandantes. El Rusco (Ruscus aculeatus) es en realidad un arbusto perenne de la familia de las liliáceas que ronda entre los veinte centímetros y el metro, siempre ligado a zonas cálidas, con sombra y suelos húmedos. Típica especie de sotobosque mediterráneo acompañando a la encina hasta los mil metros de altura, no soportará heladas, y aunque puede estar presente en suelos relativamente básicos, en general resulta ser un buen indicador de acidez en el sustrato.

Restos vestigiales de las "hojas verdaderas" del Ruscus aculeatus (vía)

   Etimológicamente, el término "aculeatus" proviene del latin y viene a significar "punzante, con aguijones o espinas". Y es que lo primero que llama la atención de esta planta son sus filóclados o falsas hojas; alternos y sésiles (no pedunculadas), de forma ovalada pero levemente lanceolada para finalizar en una rígida punta. Y decimos que son falsas hojas porque en realidad no lo son, sino que son tallos secundarios que salen de los principales, cilindricos y lisos, tomando una forma plana y similar a hojas. Además, y para poner colofón a un mundo al revés, resultan ser el principal órgano fotosintético de la planta. Sus verdaderas hojas son en realidad muy pequeñas (de apenas tres milímetros) y pasan desapercibidas a modo de estípulas, insertándose directamente en el tallo principal (caulinares) axilarmente a los filóclados. Con el desarrollo de estos últimos, las pequeñas hojas "verdaderas" terminarán por caer y desaparecer rápidamente.

   Un claro hecho que atestigua la verdadera naturaleza de esos filóclados es que las flores y frutos aparecerán en la parte central y superior de estas "falsas hojas", ofreciendo un aspecto cuando menos curioso.


     Es una planta muy rizomatosa, siendo esta la principal vía natural de su dispersión. De sus rizomas subterráneos brotarán tanto tallos florales masculinos como femeninos. Es por ello que sus discretas y pequeñas flores serán unisexuales, de un color blanco verdoso algo violáceo, y la mayor época de floración tendrá lugar a finales del invierno o principios de la primavera aunque puedan encontrarse ejemplares en flor a lo largo de todo el año. A pesar de su menudez resulta ser una flor atractiva para numerosos tipos de insectos, que las polinizarán dando lugar a sus característicos frutos rojos a finales de otoño e invierno.
El rusco se ha venido usando como adorno navideño por su ligero parecido con el acebo
(como un huevo a una castaña)

   Estos frutos son unas bayas rojizas brillantes, de hasta 15 milímetros de diámetro, encerrando en su interior de una a cuatro grandes semillas. El sabor de la baya es dulce, por lo que atraerá a distintos animales, en su mayoría aves y mamíferos, que la comerán con gusto. Estos dispersarán las semillas tras su digestión y defecación, propagando la especie por nuevos hábitats. Sin embargo dichos frutos resultan ser algo tóxicos para el hombre, y pueden provocar vómitos y diarreas.

   Debido a la similitud de sus frutos con los del acebo (Ilex aquifolium) se le ha venido llamando también acebillo o arrayán salvaje. Desgraciadamente, esto ha dado pie a su recolección como adorno navideño, lo que en muchos casos ha puesto en peligro su persistencia. También se le ha dado en llamar "escobilla", y es que ese era uno de sus múltiples usos antiguamente, usándose sus ásperos tallos como cepillo para las superficies más exigentes, tales como comederos o barriles de vino. En algunas regiones se le ha venido llamando así mismo "espina ratera", ya que sus punzantes filóclados eran atados en las bodegas alrededor de sogas y ganchos destinados a colgar quesos y embutidos, como medida disuasoria para los temidos roedores que andarían al acecho para pegarles un buen mordisco. También sus semillas han sido usadas como frugal sucedáneo del café, y los brotes más tiernos (normalmente recolectados en el mes de abril) se han consumido por su suave sabor, algo amargo, como verdura cocida, en menestras y cremas, o simplemente a la plancha. Y es que es sin duda un alimento muy nutritivo en fresco, tal y como se comería un espárrago, resultando excelente aporte de calcio y potasio, además de abrir el apetito (aperitivo) y diurético.

Las semillas de rusco fueron en otra época un buen sustituto del café.

   Es una especie apreciada en jardinería, en pequeños rodales o setos que destacan por su color verde oscuro, así como por el rojo brillante de sus frutos. Para ello siempre se cultiva en semisombra, asegurando cierta humedad en el suelo, sobre todo en verano, evitando al máximo los suelos encharcados. Su multiplicación no es complicada, y aunque puede reproducirse a través de sus semillas, es mucho más rápido y común multiplicarlo dividiendo macollas con sus raices, o directamente a través de esquejes en primavera.
Setos de Ruscus aculeatus en el jardín de El Capricho, en Madrid

   Es un género el de los ruscos que se está abriendo camino a pasos agigantados en cuanto a su cultivo para la comercialización como relleno en arreglos florales, debido a su fácil reproducción y manejo, que además de reducir costes aporta un bonito y duradero color verde a ramos y centros.

El rusco, como soporte y elemento decorativo en ramos y centros (vía)

   Pero sin duda si por alguna razón es conocida esta planta, es por sus propiedades medicinales. Ya hemos comentado cómo formaba parte del antiquísimo "jarabe de las cinco raíces", que era preparado en base a 30 gramos de cada raíz (rusco, apio, hinojo, espárrago y perejil) por cada litro de agua, colando el líquido resultante para añadir y mezclar después con 850 gramos de azúcar. Resultaba un excelente diurético y aperitivo, aunque no se recomendaba tomar más de tres cucharadas diarias. Puntualmente un sucedáneo de este tónico se preparaba únicamente con la raíz del rusco, a razón de 20 gramos de rizoma por litro de agua, posteriormente edulcorado y tomando no más de tres tacitas diarias.

Detalle del rizoma de Ruscus aculeatus (vía)
   Otro remedio tradicional que ponía en relevancia sus propiedades diuréticas era el llamado "Vino de rusco", que consistía en  mezclar 80 gramos de rizoma de rusco por litro de vino blanco, dejándolo macerar durante 8 días y agitándolo diariamente. Finalmente se filtraba y envasaba, tomando dosis de no más de dos vasos pequeños diarios. También datado era su uso para la disolución de cálculos y piedras de la vesícula, para lo cual se cocían 30 gramos de rizoma de rusco en un litro de vino.

   Es un apreciado remedio contra hemorroides y varices, debido a sus propiedades vasoconstrictoras y antiinflamatorias. Para ello se aplicará de forma externa en el área afectada a través de baños y compresas con el agua resultante de la decocción de su rizoma. Su contenido en rutósido mejora la circulación y ha resultado ser un buen remedio contra males tan dispares como la celulitis, artritis (reduciendo la cantidad de ácido úrico), o la gota, aunque su uso con el tiempo ha ido decayendo en favor de una industria farmacéutica más actual, que ofrece unguentos y cremas más efectivas y concentradas. 
¿Un lápiz mágico antiojeras de extracto de rusco y pepino? ¿Un anticelulítico?
Solo dos ejemplos de los muchos usos y aplicaciones que se generan a partir de esta planta (vías 1 y 2)

   También es un tónico energético natural y un buen remedio para bajar la fiebre, para lo cual se procederá a tomar dos o tres tacitas al día de la infusión de 25 gramos de rizoma de rusco por cada litro de agua, colando esta finalmente y endulzándola a gusto para evitar su leve sabor amargo.

   Un uso más actual si cabe es el que resulta de su aplicación en distintos productos cosméticos, así como para baños de pies y baños relajantes en general, siendo un buen antiinflamatorio para el dolor de articulaciones. Para ello, al margen de distintos productos que contienen preparados en base a esta planta, puede hervirse 50 gramos de rizoma por litro durante un cuarto de hora, dejándolo enfriar levemente antes de su uso.

   En su composición se han encontrado distintos saponósidos, tales como la ruscogenina y neoruscogenina. Estos componentes, entre otros, harán de esta planta un apreciado extracto para numerosas cremas de manos y bálsamos para pieles enrojecidas, así como para lociones para después del afeitado, cremas para mitigar quemaduras solares, o trastornos capilares.

   Nunca debe usarse durante el embarazo o la lactancia, recordemos que en altas dosis puede resultar muy tóxica.

   Un hecho curioso es que, aunque sus aplicaciones son bien conocidas desde la más remota antiguedad, su composición química, especialmente la correspondiente a su rizoma, es prácticamente desconocida. Y es tan sólo desde los últimos años que se ha empezado a investigar y apenas hemos comenzado a saber algo más de sus numerosas propiedades intrínsecas.
Detalles morfológicos (vía)

Plantas de cada día; el junco churrero (Scirpus holoschoenus)

   Todos tenemos claro qué es un junco churrero (Scirpus holoschoenus), uno de los integrantes más afamados de la familia de las Cyperáceas. ¿Quién no ha jugado con uno a modo de espada cuando era niño? Ya la palabra Scirpus, que viene del latín de la época imperial, significa "junco". Algo curioso, porque como ya hemos dicho, no forma parte de la familia de los juncos.

Churrería en plena faena, allá por el año 1932. Si te fijas bien,
verás cómo ensartaban las ristras de churros en tallos de junco churrero.  (vía)
   Se trata este de un arbusto cespitoso, de hasta algo más de un metro de altura, cuya apariencia característica la forman numerosos tallos cilíndricos y lisos, flexibles y apuntados que pueden llegar a formar densos rodales (juncales). De hecho, su punta suele endurecerse y secarse en forma de afilada aguja, siendo esta una clara adaptación defensiva contra los aminales herbívoros. Sus tallos son de color verde y resultan ser sus órganos fotosintetizadores, ya que las hojas se han reducido al máximo, quedando sólo de manera meramente presencial en la base de la planta.

Flor del junco churrero (vía)
   Sus flores son hermafroditas, carecen de pétalos y su polinización es básicamente anemócora, ayudándose del viento para su fecundación. Se agrupan en inflorescencias laterales, con forma de espiguillas en las que se agrupan varias cabezuelas globosas blancas o amarillentas. Es característico además que los estambres y estilos están rodeados por una pequeña y ciliada gluma. Florecerá en primavera o verano (aunque su tiempo de floración pueda variar puntualmente entre los meses de mayo a noviembre), tras lo cual dará lugar a pequeños frutos de tipo aquenio, de un color algo más amarronado. Sus semillas se dispersarán y enterrarán en la tierra húmeda, asegurando así la viabilidad de la planta a pesar de las inundaciones o sequías que conlleve el medio en el que vive.
El junco churrero, una planta siempre cespitosa y con tallos verdes de sección cilíndrica.


   Es una especie hidrófila, asentándose en riberas de cursos fluviales o en lugares donde haya cierta humedad en el sustrato en algún momento del año, aunque tolera sin mayor problema la sequía estival. Es frecuente y cosmopolita, pudiéndose encontrar ejemplares desde el nivel del mar hasta los dos mil metros de altura, así como en zonas antropizadas tales como campos agrícolas cercanos a ríos o con un alto nivel freático.
Se sitúa siempre en riberas o sustratos húmedos.
   Antiguamente eran utilizados en las churrerías para vender los churros o buñuelos hilados en un tallo de este junco, por lo que se ganó el más común nombre de "junco churrero". No obstante, sus aplicaciones a lo largo de la historia de la humanidad han sido muchas más. Por ejemplo, era común en el centro peninsular la confección de techados de chozas pastoriles, establos, así como hogares de labradores, utilizando como materia prima los tallos del junco churrero en grandes haces apilados. No solo tejados, sino que formó parte de numerosos utensilios cotidianos, tales como esterillas o camastros a modo de colchón que protegían a los pastores del frío suelo y los rigores invernales, cubriéndose luego con cogollos de jara y arropándose con una manta. Así mismo se utilizaban como chasca para encender braseros y hornos, o para la confección de cortinas, además de su bien conocida aplicación en la cestería, para lo cual había que machacarlo y secarlo previamente.

Reconstrucción parcial de un chozo pastoril con haces
de nuestro querido junco, que en realidad no es un junco (vía)

Aunque con menor importancia que el esparto,
el Scirpus holoschoenus ha sido apreciado en la cestería (vía)

   Sus tallos tiernos se pueden consumir como verdura, y ha venido siendo usada puntualmente también como sustento de la cabaña ganadera. Es también una planta  utilizada por la medicina tradicional. Su aplicación para curar verrugas o papilomas es bien conocida, para lo cual se cortaba un tallo y se frotaba levemente en la zona a tratar. También su infusión era usada como hipotensora y antidiarreico, y la aplicación directa de sus tallos abiertos resultaba ser un buen astringente y cicatrizante en quemaduras y heridas debido a su algo contenido en agua. Su parte interior, más blanca y esponjosa, se cocía para aliviar y calmar la tos. Quizá su uso más difundido sea el de curar el "mal de la orina" en el ganado y otros animales domésticos.

   Algunos otros usos tienen más relación con la superstición que con la realidad. Ejemplo de ello es la creencia popular que lo justifica como remedio para eliminar las lombrices intestinales de los infantes, para lo cual habría que anudar tallos de juncos junto al paciente. Ni que decir tiene la costumbre de meter pequeños fajos untados en miel por el ano de los burros, para eliminar igualmente dichos parásitos intestinales.
Típicos frutos del género Juncus, con forma de cápsulas, muy diferentes a los del junco churrero.
Abajo, un burro que oculta su rostro a las cámaras y prefiere no opinar (vías 1 y 2)

   Importancia destacada tiene como fijador de suelo y controlador de crecidas fluviales, además de ser posadero y fuente de alimento de numerosos lepidópteros. Quizá por ello tenga cabida también en jardines con pequeños estanques, rompiendo la monotonía estructural y dando además una integración y continuidad vertical de estratos muy valorable paisajísticamente. Podría confundirse con otras especies del género Juncus, aunque en este caso los frutos tienen forma de cápsulas y su porte suele ser algo menor. Además, los tallos del junco churrero suelen ser algo más blandos, pudiendo aplastarlos con los dedos, al contrario que los juncos que suelen ser más compactos.
Frutos maduros de Junco churrero.


El junco churrero, siempre presente allá donde haya un poco de agua. En primer plano, Cardaria draba.
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...