Plantas de cada día; la gallocresta (Bellardia trixago)


   La gallocresta o boca de dragón (Bellardia trixago) es una planta ruderal típica de cunetas y terrenos pobres y poco estructurados, a la que le gustan los suelos secos (de hecho es un buen indicador de sequedad), soleados y ambientes muy cálidos. Originaria de la cuenca mediterránea e indiferente edáfica, esta planta anual crece hasta los 60 cm de altura y en su mitad inferior tiene hojas opuestas cuya forma dentada recuerda claramente a la cresta de un gallo.

   Fuera de su zona de origen es considerada una mala hierba de carácter invasor. Sus vistosas flores, claramente bilabiadas con el labio superior rosado y el inferior amarillo o blanco, crecen en la mitad superior de la planta formando una espiga piramidal terminal en las que sus brácteas parecidas a hojas están salpicadas de glándulas y pelillos. Florece de marzo a junio, y su fruto tiene forma de cápsula densamente pubescente que encierra unas semillas de color pardo claro.

   Curiosamente es una planta tan común como poco conocida, y entre sus curiosidades cabe destacar el hecho de que es semiparásita, ya que complementa su nutrición parasitando las raices del resto de herbáceas vecinas (sin preferencias en lo tocante al huésped) para extraer nutrientes.

   Tiene también propiedades medicinales destacando como antialimentaria, esto es, inhibiendo la alimentación ya ingerida. Esto tiene una rápida aplicación en el mundo de los insecticidas naturales, ya que aporta la ventaja de que el insecto muere de inanición en la planta tratada, quedando a merced (y atrayendo) a sus depredadores naturales.

   Entre las distintas aplicaciones tradicionales cabe destacar, debido a su alta concentración de aceites esenciales, la obtención de aromas y productos olorosos a partir de sus flores.
    Una planta similar sería la  algaravía pegajosa (Parentucellia viscosa), también semiparásita, aunque su inflorescencia y sobre todo sus brácteas florales son características definitorias.

La Parentucellia viscosa, similar pero fácilmente diferenciable (vía)

Plantas de cada día; la achicoria dulce (Chondrilla juncea)


   La apariencia esquelética (su nombre común anglosajón es "rush skeletonweed"), de tallos largos y angulosos, hace que la Chondrilla juncea se parezca a la achicoria (Cichorium intybus), no en vano se le viene llamando también "achicoria dulce", "escoba" o "condrila". Pero nada más lejos de la realidad. Esta asterácea bianual de 40 a 80 cm de altura es también así mismo un habitante ruderal de zonas degradadas y baldíos de casi toda europa, y su fácil dispersión en ambientes soleados secos y cálidos la ha llevado a ser catalogada como invasora agresiva en pastizales y tierras de cultivo, sobre todo en suelos propios de cereal con texturas ligeras, y ha sido objeto de numerosos proyectos de control biológico durante décadas en otros continentes, en su mayoría infructuosos debido a su fácil propagación por semilla y aún más fácil rebrote de raíz.

Porte esquelético y detalle de los pelos rígidos basales del tallo

   Como decíamos, su tallo es muy ramificado desde la base, cubierto de pelos en su parte más inferior, con apariencia semejante a la de un junco (de ahí su nombre latino) aunque con la particularidad de que al ser cortado exuda un jugo lechoso. Sus hojas tiernas, basales en roseta y con forma oblonga lanceolada, profusa e irregularmente dentadas, son apreciadas gastronómicamente tanto en ensaladas crudas como en distintos platos cocidas o fritas.

Detalle de una hoja superior, con forma lineal


Hojas basales (vía)



   Una vez que la planta toma altura, las hojas tienden a ser más pequeñas y lineales, hasta casi desaparecer en las partes más superiores. Las liguladas flores aparecen de julio a septiembre y se agrupan en numerosos capítulos amarillos (a diferencia de la achicoria) de aproximadamente un centímetro, con hasta 12 flores individuales, y con un alargado involucro de hasta 12 milímetros. Fructifica entre los meses de septiembre a octubre, estando sus semillas dispuestas en aquenios con aparasolados vilanos que se dispersarán flotando fácilmente con las distintas ráfagas de viento.

Nomenclatura de las distintas partes de la fructificación
   Como curiosidad, su raíz es profunda y gruesa, almacenando reservas para luego rebrotar en años posteriores. De ella se extrae una especie de goma que se utilizaba tradicionalmente como utensilio elástico para cazar pájaros. También sus tallos se utilizaban para hacer escobas bastas y con ellas barrer las eras, secándolas previamente y atándolas en pequeños haces. Tiene también propiedades medicinales, usándose sus hojas a modo de infusión para atemperar y para abrir el apetito.

Normandía: La Haye-de-Routot



Hoy  conocemos Normandía a través de los ojos de uno de sus pueblecitos,
nos vamos de paseo por La Haye-de-Routot. 

Las dos regiones que componen esta zona comparten junto con la Bretaña la combinación de la cultura tradicional gala con la celta, algo que se siente de inmediato.

Sus habitantes afirman que "en la zona hace bueno varias veces al día",  lluvia, aire y sol intermitente son la eterna constante que se mezcla con pueblos de cuento.

Sus casas más tradicionales (La chaumière) cuentan con una arquitectura singular: planta siempre rectangular, techos de fuerte pendiente y construidos con material vegetal (con tallos de trigo, centeno y caña), entradas orientadas al sur y desde el exterior a todas las salas de la casa, las  paredes revestidas de adobe dejan visto su esqueleto de madera (en sus primeros tiempos también cubierto) y para subir a la planta superior, abríguense señores, porque la escalera sube siempre por el exterior.

(La casa de la foto inferior es un ejemplo "moderno" de esta arquitectura, en ella encontraréis algunas de estas características, otras sin embargo las veréis en fotos posteriores).


Una de las características de la casa que más me sorprendió y gustó fue el hecho de encontrar en la línea divisoria de aguas del tejado una hilera de iris y otras plantas. El objetivo era el de estabilizar la arcilla que allí se ponía y evitar que se colara el agua entre las cañas del tejado.

Es también tierra de buena sidra y por lo tanto de manzanos, 
allí no hay pueblo sin manzanos, ni manzanos sin pueblo.

Estos días los pasé en un pueblecito, pequeño y precioso: La Haye-de-Routot. No tiene tiendas, ni hoteles, pero sí unos árboles milenarios, un museo (de la ortiga), un horno de leña y un restaurante y no sólo, sus habitantes sencillos y abiertos al visitante nos acogieron como si nos conocieran de toda la vida.
Museo de la Ortiga
El horno de leña
Su alcalde Pierre me contaba con cariño la historia de uno de sus familiares al que casualmente el destino le llevó a Aranjuez, otro vecino me contaba la gran bienvenida al más puro estilo "bienvenido Mr. Marshal" que le hicieron los jornaleros gaditanos a los que contrataba cuando éste decidió ir a visitarlos hace ya algunos decenios...
El ayuntamiento
Lo más simbólico que el turista puede encontrar en este pueblecito normando son sus tejos milenarios. Emplazados en el cementerio como bien exigía la cultura celta, estos árboles inmortales nos sorprenden tanto por su belleza, como por su grandiosidad, hasta el punto de poder albergar una capilla en su interior.

Y es que en la cultura celta el tejo (Taxus baccata) es uno de sus árboles sagrados. A él se le dedicaba el mes donde se celebraba la fiesta de los muertos o Samhain, no en vano estas culturas lo relacionaban  con el paso de las almas al otro mundo, pensándose que sus raíces llegaban a la boca de los ya enterrados para sacarles los secretos que se llevaron en vida.
Tejo
El frescor del clima de la zona garantiza la presencia en sus alrededores de especies como las hayas (Fagus sylvatica), carpes (Carpinus betulus), tejos (Taxus baccata), acebos (Ilex aquifolium) y fresnos (Fraxinus sp) entre otras muchas. Es más, junto a una de sus salidas comienza el bosque más importante de la región, el bosque de Brotonne  . 




Para finalizar os dejo con una forma casi mágica, que los carpes (Carpinus betulus) han ido formando a lo largo de los años. Es lo que se conoce como árboles anastomosados. 
Si nos vamos al diccionario y buscamos el significado de este bonito "palabro" encontraremos que dice: Interconectado o unido de forma repetitiva a modo de red.  
Tiempo atrás estos árboles tenían la función de frontera entre una finca y otra evitando que los animales pasasen a la finca del vecino, para ello se utilizaba una técnica muy fina de trenzado de sus ramas resultando con los años una unión de ramas de distintos árboles cuya forma puede llegar a ser verdaderamente sorprendente, casi humanoide.

Fijaos en los dos árboles que aparecen a la derecha.




¡Espero que os haya gustado!

El pino wollemi (Wollemi nobilis)



Emplazamiento de algunos Wollemi en el Wollemi National Park de Australia (Vía)

   La historia del Pino wollemi (Wollemi nobilis), es una de esas historias para enmarcar. Para empezar, ni siquiera es un pino. Es quizá más parecido a un helecho, aunque pertenece a la familia de las araucarias y tiene porte arbóreo. Se dió a conocer al mundo hace muy poquito, en 1994, cuando  un guardabosques australiano llamado David Noble, con tendencias botánicas y exploradoras, decidió dar un paseo por distintos valles recónditos y casi inaccesibles en la basta región de Australia de Nueva Gales del Sur. Allí encontró unos pocos ejemplares de esta especie, aislados y hasta entonces desconocidos para la ciencia, y tras numerosos estudios y publicaciones, consiguió convencer a la incrédula y ojiplática comunidad científica de que, este helecho arbóreo de corteza achocolatada, era tan real como la vida misma. Las reticencias no eran en vano, ya que su historia va mucho más allá; este árbol se conocía anteriormente, pero únicamente por el registro fósil. De hecho, el mayor periodo de expansión de este verdadero fósil viviente australiano data de 90 millones atrás, en pleno Jurásico y Cretácico, y sirvió sin duda como fuente de alimento de gigantescos dinosaurios en escenarios que hoy en día solo caben en nuestra imaginación, estando anchamente disperso por el antaño macrocontinente sur que los geólogos han tenido a bien llamar Gondwana. De hecho, el fósil más antiguo de Wollemi encontrado a día de hoy, lo sitúan hace la friolera de 200 millones de años.

Hasta que David Noble (a la derecha) no redescubrió la especie y el género,
el wollemi sólo era conocido por fósiles de la era mesozoica (Vías 1 y 2)

   Estudios genéticos posteriores han revelado un dato aún más increíble; todos los individuos tienen casi la mismas características genéticas, por lo que se cree que en algún momento sólo quedaron uno o a lo sumo dos ejemplares de esta especie, que posteriormente consiguieron regenerarse lentamente.

Porte de ejemplar adulto de wollemi (Vía)
   Y del anonimato, al estrellato. Todo el mundo quería tener un ejemplar en su jardín de esta planta maravillosa. Y los gestores australianos supieron reaccionar a tiempo y dijeron "¿pero por qué no?", y en esa simple cuestión radica el secreto de su lento pero seguro éxito. Para paliar la brutal presión popular sobre este superviviente que se generó, además de proteger el emplazamiento de estos apenas cien ejemplares censados con estrictas leyes y medidas legales protectoras (entre las que se encuentra la creación del llamado Wollemi National Park), entre los numerosos programas de recuperación y ayuda a la especie se planteó el de dar a conocer ésta a bombo y platillo. Desde el comienzo, han pensado que no hay mejor manera de que una especie perdure, que la de poner una planta en cada jardín botánico, o incluso en cada jardín particular. La política de marketing, en la que gran parte de las ganancias financia la conservación de la especie no solo indirecta, sino también directamente, tuvo un éxito sin precedentes. La primera vez que se comercializó esta planta, a finales de 2005 en una sociedad de subastas australiana, el precio que se alcanzó por las no más de 300 plantas fué de más de un millón de dólares.

Recogida de semillas de wollemi (Vía)
   Aún así, el emplazamiento de las especies originales, se guarda con verdadero recelo y no es para menos; a finales de 2005 algunos árboles fueron infectados con el virulento moho de agua Phytophthora cinnamomi, y se cree que dicha infección fué introducida involuntariamente por visitantes no autorizados.

Joven ejemplar comercializado en maceta (Vía)
   Y es que no hay que ir tan lejos para ver esta bonita especie; hoy en día cualquier persona interesada puede obtener un wollemi por internet, o visitando viveros especializados en palmeras y cycas. Pero como siempre, aunque esta vez especialmente, antes de lanzarse a comprar esta especie hay que conocerla bien y saber cuáles serán sus especiales requerimientos.

Cono floral masculino (Vía)

Corteza de wollemi (Vía)


   Lo primero hay que decir que aunque se la vea con pinta de helecho, es un árbol perenne que puede alcanzar los 40m. Sus hojas son planas y lineares, y sus semillas (insertas en unos conos florales de color verde) necesitan para madurar año y medio. Las flores se sitúan en los extremos de sus ramas, y tras la diseminación, la rama morirá también. Su corteza es muy característica, nudosa y granulosa, de color chocolate oscuro. Tiene en general un porte esbelto y espigado, con ramificaciones simples, y tiene una buena regeneración de cepa, estando normalmente conectados multitud de vástagos a través del sistema radical.
 
Brotes de cepa de wollemi (Vía)
   Es una planta que vive normalmente a la sombra de otros árboles, protegida tanto del viento como de la insolación directa. También necesita cierta humedad, por lo que no vivirá en substratos muy calizos, secos o ambientes áridos. En su ambiente natural se encuentra en lugares al abrigo de altos paredones, en una situación de fondo de valle con ambiente subtropical. Esto nos da una idea de los requerimientos de esta especie, que a pesar de ello, puntualmente puede soportar hasta los -12ºC.


Copa de ejemplares adultos (Vía)

   Si te has quedado con ganas de más información acerca de este increíble fósil viviente, no dudes en visitar la página oficial del wollemi pine en Australia.
 

Los más viejos y altos del mundo: las secuoyas

¿Queréis conocer las coníferas más altas del mundo? Pues seguid leyendo este post porque hoy os presentamos a la Sequoia sempervirens un árbol perennifolio que puede llegar hasta los 2000-3000 años de edad. Si, lo has leído bien. Y puede alcanzar hasta 115 m de altura sin contar las raíces y diámetros de 5 a 7 metros. Increíble ¿verdad? Pero conozcamos un poco más a este grandote tan longevo.


El género Sequoia pertenece a la familia de las Cupresáceas con una única especie, la Sequoia sempervirens, llamada secuoya roja o secuoya de California, algunos la llaman "secuoya eterna", nombre muy apropiado si consideramos su longevidad. Por su nombre os podéis imaginar más o menos por donde andará su distribución. Muy  bien, esta especie es originaria de la costa del Pacífico de Estados Unidos, desde el sur de Oregón hasta la zona media de California por las Montañas de Santa Lucía.



El tronco es grueso y recto, con una corteza muy gruesa y esponjosa de color rojiza. La gruesa corteza rica en taninos es resistente al fuego y a los daños causados por insectos, esto favorece en gran medida la longevidad de esta especie. Desde luego si eres capaz de vivir 3000 años es por algo.

Vía
Vía
Las hojas son aciculares, planas y lanceoladas de color verde oscuro y poseen dos bandas blancas por la cara interior. El tamaño varia de 15-25 mm de largo en las hojas situadas en el zona baja de la copa y de 5-10 mm en la parte superior de la copa. La piña son ovoides con un tamaño de 15-32 mm de largo. La fructificación ocurre en invierno produciendo entre 3 y 7 semillas por cono.

Su reproducción es tanto asexual como sexual. Las secuoyas empiezan a producir semillas entre los 10 y 15 años. La producción de semilla suele ser alta pero su viabilidad no llega al 15%. Se dice que puede ser una estrategia de adaptación. La mayoría de las semillas no son comestibles, así que los predadores pasan de ponerse a buscar entre esa marea de semillas cuales son las buenas.






Las secuoyas son bastante exigentes en cuanto a las condiciones ambientales. Esta especie necesita ambiente húmedos, con abundante precipitación en forma de lluvia o niebla. Las temperaturas estivales tienen que ser moderadas y tampoco les gusta nada nada las temperaturas muy bajas así que suelen estar en zonas resguardadas de los fuertes vientos y las heladas. Por eso suelen aparecen en zonas costeras pero no en la misma costa porque la salinidad tampoco les agrada mucho. Vamos que son muy exquisitas. También aparecen por valles y barrancos profundos donde fluyen arroyos y la precipitación en forma de niebla es abundante. Si el ambiente es propicio puedes aparecer desde el nivel del mar hasta los 900 m de altitud .






Las secuoyas además proporcionan un hábitat para una gran variedad de mamíferos, pájaros, reptiles y anfibios. En su tronco viejo puede nidificar el búho Spotted amenazado a nivel federal y el Marbled-Murrelet, especie californiana en peligro de extinción.

Esta especie es muy apreciada en ebanistería por su color rojizo y su alta calidad. También se ha usado mucho como especie ornamental.

 Un poquito de historia ... 

El nombre de esta especie viene en honor a Sequoyah un jefe cheroqui. Pero lo más curioso es que estos indígenas habitaban en el centro-este de América donde no había secuoyas ya que ésta especie se distribuye por la Alta California y el estado de Oregón. Vamos que Seqouyah no vio una secuoya en su vida pero tiene un árbol con su nombre, mira tu que bien.

A menudo esta especie se confunde con el Sequoiadendron giganteum también llamado secuoya gigante. En este caso estamos hablando de la conífera más grande del mundo por lo que también se ha ganado un hueco en este post. Y a longevidad incluso puede llegar a ganar a la anterior ya que el ejemplar más viejo conocido llegó ni más ni menos que a 3200 años. ¿pero como se puede vivir tanto?

El género Sequoiadendron tambien pertenece a la familia de las Cupresáceas y cuenta con una sola especie el Sequoiadendron giganteum. El aspecto del árbol es muy similar a la Sequoia sempervirens, sin embargo ambas especies son muy fáciles de distinguir si nos fijamos en dos cosas principalmente: Su hábitat de distribución y el aspecto de las hojas.

Mientras que la Sequoia sempervirens es muy exigente y solo vive por zonas de costa donde hay abundante humedad y temperaturas suaves, el Sequoiadendron giganteum es menos tiquismiquis y aguanta condiciones un poco más adversas por lo que podemos encontrarlo más al interior en zonas de sierra. Su distribución natural se encuentra en la parte occidental de Sierra Nevada generalmente bajo un clima húmedo con veranos secos e inviernos con nieve abundante. Sabiendo esto, si nos encontramos en el Parque Nacional de Yosemite y vemos algo parecido a una secuoya lo que estamos apreciando es un hermoso ejemplar de Sequoiadendron giganteum mientras que si estamos en el Parque Nacional de Muir Wood nuestros acompañantes son Sequoia sempervirens.

Vía
Si nos fijamos en las hojas también podremos distinguir con mucha facilidad a estas dos especies. Las del Sequoiadendron giganteum son verde claro y están dispuestas alrededor de las ramillas con forma de una lezna de zapatero y un ápice puntiagudo.

Algo curioso de esta especie es que tiene dificultad para reproducirse en su hábitat original ya que para liberar la semilla  necesita el calor de un fuego o el daño de un agenente animal como del escarabajo de cuernos (Phymatodes nitidus) o la ardilla de Douglas (Tamiasciurus douglasi). Cuando vemos un incendio en el monte nos echamos las manos a la cabeza por la crueldad el evento pero para el Sequoiadendron giganteum es toda una fiesta de la maternidad ya que saben que sus nuevos retoños tienen una oportunidad para salir.








¿Pero donde podemos ver a estos grandullones?, en su hábitat natural claro. Verlos seguro que podemos hacerlo en jardines o arboretos de todo el mundo, pero no es lo mismo. Aquí propongo algunos espacios protegidos de California donde poder disfrutar de estos bosques espectaculares de las especies arbóreas más longevas, altas y grandes del mundo

Para ver la Sequoia sempervirens os recomiendo ir al Parque Nacional Miur Woods declarado Monumento Nacional en el año 1908, situado a solo 12 kilómetros de San Francisco. Este parque cuenta con 295 hectáreas de secuoyas con una media de 800-900 años de edad. También podemos visitar el Redwood National and State Parks donde conoceremos a Hyperion, el árbol que en la actualidad es el más alto del mundo con sus 115,55 m de alto. Sino podemos encontrarnos con esta especie a lo largo de la costa norte de California, recorrer Big Sur y lo comprobareis.


Y para disfrutar del Sequoiadendron giganteum que mejor sitios que el Parque Nacional de las secuoyas situado en la zona sur de Sierra Nevada, California. Este parque cuenta con una extensión de 1635 km² y fue creado en 1890 siendo el tercer Parque Nacional de Estados Unidos después de Yellowstone y del ahora desaparecido Parque Nacional Mackinac. En este parque nos podemos encontrar al General Sherman, el árbol más grande del mundo. Otra opción para ver Sequoiadendron giganteum es dirigirnos hasta el impresionante Parque Nacional de Yosemite. Dentro de este parque debemos ir a la zona conocida como Mariposa Grove, situada al sur del parque donde podremos disfrutar de las secuoyas más famosas del parque Yosemite como el Grizzly Giant. Incluso podemos cruzar algunas de las  las secuoyas ya que sus troncos presentan un tunel como es el caso del llamado Tunnel Tree y Fallen Wawona Tunnel Tree.


Vía


Plantas de cada día; la achicoria (Cichorium intybus)


   La achicoria (Cichorium intybus) es una robusta planta medicinal típica de barbechos y bordes de camino. Originaria de las zonas meridionales de Europa, África y Asia, fue introducida en América en la época colonial, y posteriormente se ha extendido por casi todo el globo siempre que allí encuentre un suelo seco y soleado para su desarrollo. Su distribución mundial se debe en parte también a la mano del hombre ya que desde muy remoto sus tempranas hojas han sido utilizadas por éste como fuente de alimento, y por ello ha sido desde comienzos del siglo XIX, al igual que lo es profusamente en la actualidad, cultivada en diversas variedades. Como decimos, sus tiernas hojas en el cogollo invernal se comen no sólo como forraje para el ganado, sino como verdura de consumo humano tanto cocidas como en ensaladas, y su extracto se utiliza además como aditivo en distintas bebidas alcohólicas. Al crecer, las hojas se volverán amargas y hasta tóxicas para el consumo animal en general. Su profunda y gruesa raíz se ha venido utilizando una vez tostada como sucedáneo del café en tiempos de escasez, aunque su uso más generalizado vino a darse durante la época de las guerras napoleónicas, a principios del siglo XIX. Más recientemente, y dado su similar sabor, también ha sido utilizada por el contrabando para adulterar este. Aunque en el fondo y sin querer algo bueno estaban haciendo, porque a diferencia del café, la achicoria no contiene alcaloides excitantes, y tiene efectos fortalecedores de la acción estomacal y hepática, como luego comprobaremos.

   Alcanza el metro de altura, y sus hojas basales, espatuladas y carnosillas, recuerdan a las del diente de león. Las superiores tienden a desaparecer a lo largo de sus angulosos y pilosos tallos, sobre los que terminalmente se alojan a lo largo de todo el verano unas hermosas inflorescencias liguladas (con dientitos terminales en sus pétalos) de un color lila azulado, que abrirán únicamente cuando estén a pleno sol, al que levemente seguiran en su trayectoria tal y como haría un girasol.

   Una especie muy parecida es la endivia (Cichorium endivia), aunque a diferencia de esta, la achicoria es perenne y en su involucro floral presenta las brácteas externas con la mitad de la longitud de las externas. Curiosamente, la variedad comercializada como "endivia" se corresponde con la veriedad "witloof", que significa "hoja blanca" en holandés, y que fué originada en Bélgica hacia el año 1870 a partir de la achicoria silvestre. Aunque su consumo no está muy arraigado en nuestras latitudes, sus hojas finas y blanquecinas, alargadas y algo más dulces que amargas, son muy apreciadas en la alta cocina y como variante a las más comunes lechugas. Quien podría resistirse a unas maravillosas endibias al roquefort. Sin embargo, su cultivo es algo complicado para un huerto familiar (habría que cultivarlas muy juntas, atando sus hojas o cubriéndolas quince días antes de su recolección), por lo que se aconseja cultivar otras variedades de achicoria de hoja ancha, que aunque no tengan ese toque blanquecino y sean más similares a las lechugas en apariencia, contienen los mismos nutrientes y vitaminas que la más comercializada endibia.

El uso de los cogollos de endivia es muy frecuente en la alta cocina actual (vías 1 y 2)


   Si decimos que ya Carlomagno hacía referencia a ella como planta medicinal, teniendo su máximo apogeo en la Edad Media en la que ya el famoso alquimista, médico y astrólogo suizo Teofrasto Paracelso la aconsejaba tanto como emplasto o como infusión, nos vamos haciendo un poco a la idea de con qué tipo de planta estamos tratando.

Carlomagno (izquierda) y Teofrasto Paracelso (derecha), históricos mentores de la achicoria (vías 1 y 2)

   Las propiedades de esta planta son muy variadas, y es por ello que es común ingrediente en numerosos suplementos alimenticios. La ingestión de su infusión (a razón de dos cucharaditas por litro de agua) es un bien conocido remedio para problemas digestivos, al estimular al hígado y la secreción de bilis. Debido a sus coleréticos también es laxante y diurético, por lo que es considerado un desintoxicante y depurativo de primera categoría, hecho que le ha llevado a ser comúnmente utilizado para la eficaz expulsión de gusanos y parásitos intestinales, así como remedio contra la excesiva retención de líquidos. También tiene propiedades aperitivas, sirviendo de estimulante del apetito en procesos de anorexia.


Recolección de hojas basales de achicoria para su uso gastronómico (vía)
   Además, al contener inulina, su consumo ayuda a bajar peso y mejora el funcionamiento del aparato digestivo, y en forma de cataplasma resulta ser además un buen cicatrizante además de ser eficaz en afecciones reumáticas y gota. Su alta concentración en carotenoides actúa como antioxidante natural, previniendo el envejecimiento celular. Se ha constatado además que su consumo aumenta la eficiencia del sistema inmunitario ante enfermedades cardiovasculares, así como procesos cancerígenos. Por su alto contenido en ácido fólico ayuda a prevenir anemias y es un excelente condimento para el correcto desarrollo de fetos (siempre bajo prescripción médica), para fomentar la formación de su sistema nervioso y en la elaboración de proteinas.

La achicoria, un elemento fundamental en nuestro huerto (vía)

   Industrialmente, la inulina que contiene ha hecho que sea utilizada para potenciar otros sabores. Otro uso curioso es que su infusión se ha empleado como insecticida para animales.

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