El Primer Día Mundial de la Migración de los Peces ya está aquí


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   Para los que seamos piscis, o símplemente para aquellos que tengan cierta simpatía y curiosidad hacia aquello que les rodea, sin duda el próximo día 24 de mayo será un día importante. Así nace la idea del Primer Día Mundial de la Migración de los Peces, para recordarnos la importancia de la migración en el ciclo biológico de muchas de nuestras especies piscícolas, que anónimas recorren cada año nuestros ríos. Resulta que somos el quinto país del mundo con mayor número de presas, sólo por detrás de países tales como China, Estados Unidos, India o Japón. Un dato que resulta sorprendente, más aún cuando descubrimos que gran parte de nuestras "pequeñas" presas de hasta 15 metros de altura y en su mayoría abandonadas, están aún sin catalogar con el peligro que ello conlleva.

La construcción de una escala no siempre conlleva un gran impacto visual (vía)

   Y para darnos a conocer a nivel mundial la necesidad de un río sin barreras o en su defecto de la necesidad de escalas para peces en las presas (algo apenas existente en nuestro país), del papel ecológico que implica nuestra ictiofauna migradora y las repercusiones que conlleva su progresiva desaparición, se ha creado a nivel mundial el día de la Migración de los Peces (aplausos). Y para celebrarlo, se realizarán multitud de actividades y actos públicos en todo el mundo, desde Australia y hasta Estados Unidos, siendo España el país europeo con mayor número de eventos planificados, desde una ruta ciclista a través del parque de Madrid-Río para ver las distintas escalas existentes, hasta distintas jornadas de puertas abiertas en numerosos centros piscícolas de toda España.

   Si te apetece ahondar en esta buena iniciativa, pulsa aquí. Y por supuesto, si lo que quieres es saber cual de estas actividades programadas tienes más cerca... ¡Las tienes aquí también!

Escala de peces en el río Eo, Lugo (vía)

Los árboles en la cultura celta; verdades y mentiras más allá de un calendario.

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   No cabe duda que el pueblo celta estaba sin duda movido por la guerra, pero para introducirnos un poco más en su cultura, lo primero que deberíamos conocer es que para ellos el centro del universo era sin embarbo el bosque, y los árboles que lo formaban eran el símbolo de la vida y elemento protector cotidiano. Tan arraigado estaba el bosque en su cultura, que algunos tienden a pensar que los caracteres del alfabeto druida (ogham) representaban cada una de las iniciales de los llamados "árboles protectores".

   Efectivamente los árboles eran las catedrales de los druidas, y junto a ellos era donde se encontraban más cercanos a sus dioses a través de rituales o cotidiana meditación, y donde la naturaleza cíclicamente creadora a través del cambio estacional y del propio misticismo que de ella derivaba, se daban de la mano a través de los cambios en las fases de la luna. No hay que olvidar que los celtas creían que los druidas, tras la muerte, se transformaban en árboles sagrados, y aún encarnados en esa forma, velaban por el bien de su pueblo.

La mística figura del druida, que alcanzaba la sabiduría
a través de su comunión con la propia naturaleza (vía)
   También la tradición antigua cuenta que en algunos puntos llegaron a tener la costumbre de que cada persona al nacer tuviese su propio árbol compañero y consejero, que era plantado el día de su nacimiento. Y aún le acompañaría hasta su propia muerte, ya que no resultaba extraño enterrar a cada individuo al morir en las cercanías de su propio árbol consorte, entre sus raíces o incluso en su propio tronco.

La creencia en que los ciclos eternos lo rigen todo, y que cada fin conlleva su propio comienzo,
puede observarse también en las típicas espirales en los símbolos celtas. (vía)

   Y aunque cada árbol fuese en sí mismo un nexo de unión entre el cielo y la tierra, fuente del conocimiento y de la vida, eran únicamente los llamados árboles sagrados los que se consagraban a un dios, que a su vez simbolizaban una virtud específica.

Ruinas celtas, junto a lo que resta de un antiguo y extenso bosque. (vía)

   Más o menos todos habremos oido hablar del popular calendario celta neopagano, que reparte elegantemente las distintas fases lunares entre un total de 21 árboles diferentes. Dicho calendario resulta atractivo y hasta cierto punto coherente con la tradición y cultura celta, aunque la mayoría de los historiadores y arqueólogos coinciden en que el verdadero y complejo calendario que utilizaron constaba en realidad de 62 meses, y constancia de ello es la placa de bronce de Coligny encontrada en Francia. Unos hechos muy sólidos ante la fugaz interpretación del poema "Canción de Amergin", en el que cada estrofa explicaría un mes y un árbol asociado a éste según su fase lunar.

Placa de bronce de Coligny (vía)

   No obstante, la idea romántica y el simbolismo que refleja el calendario que analizamos hoy, bien podrían haber sido reflejos de aquella época, y es por ello que vamos a dejar vagar la imaginación de cada uno; todos somos libres de creer en lo que queramos, y la idea es cuanto menos atractiva.
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   Así pues, y según el calendario que, sea falso o no, es el que nos ocupa, habría que tener en cuenta un total 21 árboles diferentes; el olivo y el roble para los equinoccios de otoño y primavera, el abedul y el haya para los solsticios de verano e invierno, y otros 17 distribuidos de forma regular en cada periodo lunar, a excepción del álamo que cubriría tres periodos. ¡Puedes buscar el tuyo!



   Más allá de su calendario, lo que sí que parece claro es que el marcado carácter protector de la naturaleza que tenían les llevó a realizar una clasificación de los distintos árboles, para calcular el castigo requerido ante posibles agresiones a éstos. En particular, parece ser que hubo trece árboles intocables, que crecían en lugares de culto sagrados o "nemats", y frente a los cuales cualquier daño leve conllevaba la multa de una vaca, algo que por entonces suponía un cuantioso desembolso. Entre estos árboles se encontraban el aliso, el abedul, el fresno, el tejo, el pino, el manzano o el avellano. Parece ser también que había árboles líderes, que destacaban por su nobleza y utilidad, y que por ello eran merecedores de especial protección. Entre ellos se encontraban el roble, el acebo, el tejo, el fresno, o el pino, así como nuevamente el avellano y el manzano.

   Estos dos últimos eran especialmente apreciados, y tanto era así que ya en el siglo VII se podría haber exigido la pena capital por la tala ilegal de cualquiera de ambos, existiendo un poema que decía: "Tres seres hay que no respiran que solo pueden compensarse con seres que respiran; un manzano, un avellano, y una arboleda sagrada", refiriéndose como "arboleda sagrada" a los árboles propios de los "nemats" o "nemetons".

El roble, asociado al equinoccio de primavera, simbolizaba la sabiduría y la fuerza (vía)

   El origen de la palabra "nemet" se cree que pueda estar relacionada con Nemetona, máxima deidad celta y posterior consorte de Marte, dios romano de la guerra. También pudo tener origen en Nemain, o diosa de la guerra irlandesa, con la que comparte un nombre similar, pero poco más.

Uno de los pocos relieves que ha llegado hasta nuestros días,
en el que se puede ver a la diosa Nemetona sentada en un trono,
y portando un cetro. (vía)
   En particular, el avellano era considerado el árbol del conocimiento y la adivinación, ya que, según la leyenda irlandesa de los ríos Shannon y Boyne, hubo en su desembocadura nueve avellanos sagrados, que dejaron caer su fruto para que el salmón del conocimiento, que por allí pasaba, los tragase y así compartiese su sabiduría con el mundo. Como curiosidad, se dice que el número de manchas en la espalda de cada salmón, detecta el número de avellanas que comió en sus orígenes.

Pintura que muestra la caída de las nueve avellanas y que fueron comidas
por el Salmón que habitaba el manantial sagrado del conocimiento. (vía)
   El manzano, en cierto modo al igual que en el cristianismo, era sin embargo el símbolo de la promesa de un mundo mejor, e incluso del Más Allá. Contaba la leyenda que, precisamente desde ese otro mundo llegó una mujer portando una rama de manzano. Gracias a su poder mágico, convenció al afamado héroe celta Bran para que le acompañase en su navegación hacia las islas del oeste. En dichas islas naufragó posteriormente el navegante Máel Dúin, que encontró emocionado un espeso bosque de manzanos. Al cortar una rama, ésta quedó adherida sin remedio a la mano del navegante, que nada pudo hacer para quitársela de encima. Posteriormente, y ya al cuarto día, pudo observar cómo brotaron de sus yemas tres hermosas manzanas. Durante cuarenta días pudo alimentarse de los frutos que así brotaban, salvando de esta manera la vida.

El manzano, árbol sagrado de la cultura celta, estaba presente en numerosas leyendas. (vía)
   También al mítico rey Cormac Mac Airt un misterioso navegante le ofreció una rama de manzano de la que pendían tres manzanas de oro, y cada vez que la sacudía caían dormidos los enfermos allí presentes, para despertar sanos al día siguiente. Además le regaló el llamado cáliz de la sabiduría, que se rompía en pedazos cada vez que alguien le mentía, y se rehacía de nuevo cuando la verdad salía a la luz.
Druidas, maldiciendo al rey Cormac Mac Airt por haberles rehusado,
y que por ello nunca llegó a ser enterrado como rey. (vía)

   Y si nos remontamos a hechos algo más tardíos, la tradición cuenta que, en su lecho de muerte y tras haber sido herido fatalmente por su propio hijo en la batalla de Camlann, el mismísimo rey Arturo visitó la isla de Ávalon, donde moraba el hada Morgana junto con otras ocho hechiceras. La tan memorada isla (Insula Pomorum, o Isla de los manzanos) era un pacífico lugar en el que no había lugar para tormentas ni ventiscas, y allí era donde los guerreros muertos en batalla lograban por fín descansar, habiendo en su centro una ermita erigida por el mismísimo José de Arimatea.

La muerte del rey Arturo, en un óleo de James Acher (1860) (vía)

   Otros árboles igualmente venerados eran el Aliso, árbol de la muerte y resurrección, o el espino blanco o árbol de hadas, que simbolizaba la fertilidad pero que atraía la peor de las suertes cuando alguien de alguna manera le dañaba. El acebo era símbolo invernal, la vid y la hiedra símbolo de alegría y euforia, la caña símbolo de poder y rectitud, el milenario y venenoso tejo tomaba el significado cíclico de la vida y la muerte (de ahí su invariable presencia en cementerios anglosajones y centro-europeos, o en lugares con una especial relevancia como ya viéramos en La Haye-de-Routot), y el saúco era morada de los espíritus, además de portar los secretos de la inmortalidad.

Druidas recolectando muérdago, según Plinio el historiador romano,
el sexto día de luna, y con una hoz de oro. (vía)

Los habitantes de la catedral de Norwich


Norwich, una ciudad llena de encanto (vía)

   Hoy nos vamos de paseo y damos una vuelta por Norwich, una típica ciudad inglesa situada al sureste de Inglaterra, que ha sabido guardar el sabor de su cultura medieval. Tiene un castillo erigido por Guillermo el Conquistador, entre cuyas mazmorras aún se escucha el eco de multitud de intrigas e historias pasadas, además de numerosas exposiciones más modernas. La ciudad tiene tambien el sabor de una larga tradición literaria a sus pies, que se cuela entre el adoquinado de sus estrechas calles, llenas con más de treinta iglesias medievales entre las que destacan sin duda sus dos catedrales; una protestante y la otra católica.

Vía

   Y a pesar de todo, lo que nos trae a esta ciudad (que llegó a ser la segunda ciudad en importancia de toda Inglaterra, antes de que la decadencia del comercio lanar la postergara a un segundo plano) no es sino un secreto más que no pocos ya conocen; una pareja de halcones peregrinos que ha decidido hacer de la catedral protestante su nuevo hogar, y que vuela felizmente y hace picados ante la atónita mirada de los turistas. ¡Quién les iba a decir cuando se aposentaron entre sus muros por primera vez que iban a ser la comidilla de toda la región, y desde luego portada de todo noticiario local que se preciara! Y el caso es que así es, en gran parte gracias a una webcam que han instalado junto al nido, que permite ver a tiempo real las idas y venidas de la pareja, y meternos en su cotidiano día a día como si fuésemos unos invitados más en su salón de té.

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   Actualmente están criando, y parece que la pollada pronto saldrá adelante. Si te apetece saludarles y ver qué tal les va, sólo tenéis que acceder a través de este link. ¡Les dais recuerdos de nuestra parte!

Pantallazo de la cámara instalada junto al nido (Vía)


¡Felíz día, gorriones!



   Para los que somos malos recordando fechas nos proponemos retroceder hoy al pasado 20 de marzo, que fue ni más ni menos que el "Día mundial del gorrión", ese ave pequeña y simpática que vive a nuestro lado a diario y que pasa inadvertida con su incuestionable belleza. Para celebrar tan magno evento, la asociación ornitológica Ardea, de la Bahía de Cádiz, realizó un concurso fotográfico con la idea de devolver el protagonismo que se merece a tan grácil transeúnte, y vaya si lo consiguieron. Aquí os dejamos como granito de arena con las tres fotografías ganadoras. Vaya por delante nuestra enhorabuena a los ganadores, entre los que destacamos a Joaquín Ruíz, más que seguidor amigo de nuestro blog.

   Premio Accesit del jurado: Carmen Real Vila.



   Premio del público: Pilar Moreno Alba.



   Y Premio del jurado, Joaquín Ruíz Fernández. Felicidades, Joaquín; tienes una nieta preciosa. :)


I Jornadas de árboles y arboledas singulares en Molina de Aragón y Alto Tajo.



   Os proponemos un plan interesante para el próximo fin de semana; las primeras jornadas de árboles y arboledas singulares de la comarca de Molina de Aragón y Alto Tajo. Fruto de un interesante proyecto  que fomenta la catalogación y con ello la puesta en valor de estos individuos tan especiales, dando pie además a través de su mejor conocimiento, a un mayor grado de conservación.

   La actividad es gratuita, y el entorno natural en el que se encuadra, para el que no lo conozca, privilegiado. Aunque es importante saber que al haber aforo limitado se aconseja la inscripción previa al evento, por lo que para asistir a estas primeras jornadas es más que recomendable pulsar en este link y así poder decir a tus nietos "yo estuve allí", en lugar de "yo estuve allí pero no pude entrar". Si por cualquier motivo no puedes acercarte, siempre puedes conocer más a fondo el fantástico trabajo que realiza este equipo de expertos pulsando aquí

Un autillo en el Polo Norte


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   La historia de hoy la protagoniza un despistado autillo (Otus scops), y si no fuese por lo pequeño y discreto de la especie, habría tenido mucha más repercusión. Digamos que si hubiese aparecido un oso polar de vacaciones por los pirineos, todos nos habríamos echado las manos a la cabeza, y sin embargo la proeza de este singular ave sería algo comparable.


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   Para el que no haya visto un autillo en su vida, además de animarle a que ponga remedio a la situación ya que no se arrepentirá de conocerlo, cabe reseñar que se trata de una pequeña y curiosa rapaz, de no más de un palmo de altura, e insectívora por demás. De hecho su dieta se basa habitualmente en cucarachas y polillas, y aunque ocasionalmente no hace ascos a pequeños roedores o pajarillos, se erige en los sotos de la región mediterránea como uno de los grandes aliados del hortelano.

   Eso sí, no lo busques en invierno porque es capaz de viajar hasta el sur del desierto de Sahara cada año con tal de que no se le enfríen las patas… O al menos eso es lo que siempre hemos pensado, solo que la realidad no está solo en los libros y muchas veces nos hace ver lo maravilloso de la excepción, de la sorpresa.



   Porque nuestro protagonista de hoy, no se sabe muy bien por qué, apareció en la bonita ciudad noruega de TromsØ, en pleno Círculo Polar Ártico. Cuando unos niños lo encontraron vagando por las calles, el pobre bicho estaba siendo acosado por cornejas y al borde de la extenuación; escaso premio para haber cruzado el continente europeo de sur a norte en plena época invernal.


El autillo que quería ver el Polo Norte (vía)

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   Al menos el pobre autillo, en su viaje suicida, tuvo la suerte de llegar a las manos del ornitólogo Karl-Otto Jacobsen, del Norwegian Institute for Nature Research, quien tras cuidarlo para que se recuperase del susto, contactó con el experto en aves rapaces Mario León, así como con el Centro de Recuperación de Fauna Silvestre El Valle, en Murcia, que se hicieron cargo del pobre animalillo.




   Así fue cómo, en cuestión de horas, el autillo cruzó de nuevo toda Europa, pero esta vez en un confortable avión, en lo que supuso su feliz regreso a casa donde le espera una segunda oportunidad.


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   Una historia entrañable (como tantas otras historias que, anónimas, habrá por ahí rondando y de las que nunca sabremos) que nos hace ver lo maravilloso de la migración, y de cómo todo puede comenzar con un despiste, con un contratiempo, o simplemente por pura casualidad. Si el pobre autillo, en lugar del círculo polar hubiese encontrado un ambiente razonablemente apto para pasar la época invernal… ¿quién le hubiera dicho que no repitiera el viaje, año tras año?

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El pino wollemi (Wollemi nobilis)



Emplazamiento de algunos Wollemi en el Wollemi National Park de Australia (Vía)

   La historia del Pino wollemi (Wollemi nobilis), es una de esas historias para enmarcar. Para empezar, ni siquiera es un pino. Es quizá más parecido a un helecho, aunque pertenece a la familia de las araucarias y tiene porte arbóreo. Se dió a conocer al mundo hace muy poquito, en 1994, cuando  un guardabosques australiano llamado David Noble, con tendencias botánicas y exploradoras, decidió dar un paseo por distintos valles recónditos y casi inaccesibles en la basta región de Australia de Nueva Gales del Sur. Allí encontró unos pocos ejemplares de esta especie, aislados y hasta entonces desconocidos para la ciencia, y tras numerosos estudios y publicaciones, consiguió convencer a la incrédula y ojiplática comunidad científica de que, este helecho arbóreo de corteza achocolatada, era tan real como la vida misma. Las reticencias no eran en vano, ya que su historia va mucho más allá; este árbol se conocía anteriormente, pero únicamente por el registro fósil. De hecho, el mayor periodo de expansión de este verdadero fósil viviente australiano data de 90 millones atrás, en pleno Jurásico y Cretácico, y sirvió sin duda como fuente de alimento de gigantescos dinosaurios en escenarios que hoy en día solo caben en nuestra imaginación, estando anchamente disperso por el antaño macrocontinente sur que los geólogos han tenido a bien llamar Gondwana. De hecho, el fósil más antiguo de Wollemi encontrado a día de hoy, lo sitúan hace la friolera de 200 millones de años.

Hasta que David Noble (a la derecha) no redescubrió la especie y el género,
el wollemi sólo era conocido por fósiles de la era mesozoica (Vías 1 y 2)

   Estudios genéticos posteriores han revelado un dato aún más increíble; todos los individuos tienen casi la mismas características genéticas, por lo que se cree que en algún momento sólo quedaron uno o a lo sumo dos ejemplares de esta especie, que posteriormente consiguieron regenerarse lentamente.

Porte de ejemplar adulto de wollemi (Vía)
   Y del anonimato, al estrellato. Todo el mundo quería tener un ejemplar en su jardín de esta planta maravillosa. Y los gestores australianos supieron reaccionar a tiempo y dijeron "¿pero por qué no?", y en esa simple cuestión radica el secreto de su lento pero seguro éxito. Para paliar la brutal presión popular sobre este superviviente que se generó, además de proteger el emplazamiento de estos apenas cien ejemplares censados con estrictas leyes y medidas legales protectoras (entre las que se encuentra la creación del llamado Wollemi National Park), entre los numerosos programas de recuperación y ayuda a la especie se planteó el de dar a conocer ésta a bombo y platillo. Desde el comienzo, han pensado que no hay mejor manera de que una especie perdure, que la de poner una planta en cada jardín botánico, o incluso en cada jardín particular. La política de marketing, en la que gran parte de las ganancias financia la conservación de la especie no solo indirecta, sino también directamente, tuvo un éxito sin precedentes. La primera vez que se comercializó esta planta, a finales de 2005 en una sociedad de subastas australiana, el precio que se alcanzó por las no más de 300 plantas fué de más de un millón de dólares.

Recogida de semillas de wollemi (Vía)
   Aún así, el emplazamiento de las especies originales, se guarda con verdadero recelo y no es para menos; a finales de 2005 algunos árboles fueron infectados con el virulento moho de agua Phytophthora cinnamomi, y se cree que dicha infección fué introducida involuntariamente por visitantes no autorizados.

Joven ejemplar comercializado en maceta (Vía)
   Y es que no hay que ir tan lejos para ver esta bonita especie; hoy en día cualquier persona interesada puede obtener un wollemi por internet, o visitando viveros especializados en palmeras y cycas. Pero como siempre, aunque esta vez especialmente, antes de lanzarse a comprar esta especie hay que conocerla bien y saber cuáles serán sus especiales requerimientos.

Cono floral masculino (Vía)

Corteza de wollemi (Vía)


   Lo primero hay que decir que aunque se la vea con pinta de helecho, es un árbol perenne que puede alcanzar los 40m. Sus hojas son planas y lineares, y sus semillas (insertas en unos conos florales de color verde) necesitan para madurar año y medio. Las flores se sitúan en los extremos de sus ramas, y tras la diseminación, la rama morirá también. Su corteza es muy característica, nudosa y granulosa, de color chocolate oscuro. Tiene en general un porte esbelto y espigado, con ramificaciones simples, y tiene una buena regeneración de cepa, estando normalmente conectados multitud de vástagos a través del sistema radical.
 
Brotes de cepa de wollemi (Vía)
   Es una planta que vive normalmente a la sombra de otros árboles, protegida tanto del viento como de la insolación directa. También necesita cierta humedad, por lo que no vivirá en substratos muy calizos, secos o ambientes áridos. En su ambiente natural se encuentra en lugares al abrigo de altos paredones, en una situación de fondo de valle con ambiente subtropical. Esto nos da una idea de los requerimientos de esta especie, que a pesar de ello, puntualmente puede soportar hasta los -12ºC.


Copa de ejemplares adultos (Vía)

   Si te has quedado con ganas de más información acerca de este increíble fósil viviente, no dudes en visitar la página oficial del wollemi pine en Australia.
 

Hoteles para los insectos

 
Hotel de insectos en el Jardín de Luxemburgo de París






   Ya anteriormente en el blog hemos dejado constancia de lo beneficiosas que son diferentes especies de insectos (abejas, abejorros, luciérnagas...). Y no solo ellas, hay infinidad de especies de insectos en nuestro entorno que desconocemos y que juegan un papel importantísimo en la polinización de nuestras plantas, por no hablar del gran beneficio previniendo y controlando la expansión de distintas plagas, sin la necesidad de recurrir a pesticidas y demás arsenal contaminante.

Hotel de insectos, integrado en las calles de París
   La figura de un hotel para insectos está francamente desarrollada en Centroeuropa y Gran Bretaña, ante la problemática que derivó la grave desaparición de insectos en bosques muy tratados por la mano del hombre. Ahora comienza a dejar verse en también en parques y jardines de medio mundo como una idea genial destinada a facilitar un refugio lleno de habitaciones preparadas para darles cobijo en la época invernal, cuando más vulnerables son al no encontrar árboles muertos o suelos sueltos de una forma fácil y natural.


   Un buen hotel de insectos no está destinado a un insecto en particular, sino que cumple la función de diversificar al máximo la oferta para llegar al máximo espectro de insectos posible. Por ejemplo y como ya sabemos, sólo una pequeña parte de las abejas o abejorros que existen viven en grandes colmenas. La mayoría de ellos son solitarios y pacíficos (no son agresivos al no tener colmena que defender, y solo en caso de que su vida corra peligro usan su aguijón), y excavan agujeros en el suelo para pasar el invierno y hacer su puesta. Otros muchos aprovechan los tallos huecos, otros se hacen su propia celda con un poco de barro, y otros simplemente se ocultan entre la hojarasca. Es el caso también de las mariquitas, que pasan el invierno hibernando ocultas entre las hojas secas esperando a que pasen las inclemencias meteorológicas... ¿te habías planteado antes que al quitar la hojarasca de tu jardín, quizá estés eliminando de paso un aliado depredador tan maravilloso como este? Pero no queda ahí la cosa, porque hay muchos otros insectos beneficiosos a los que un hotel podría ayudar, como algunas mariposas, escarabajos, crisopas, arañas, libélulas, tijeretas... Puedes tener localizado así todo un mundo en conexión, para poder observarlo y aprender de él, dando un cierto equilibrio a tu jardín. ¡También puedes atraer a animales anfibios como ranas, tritones o erizos si dejas a ras de suelo piedras y raíces!


   Con suerte algunos de nuestros inquilinos estarán tan contentos que usarán el hotel para largos periodos, desarrollándose los huevos, pasando por la fase larvaria, y hasta la edad adulta. Naturalmente no podemos controlar por completo qué tipo de insectos visitarán nuestro hotel, incluso puede darse el caso de depredación entre inquilinos, pero al menos sí sabremos que estamos dando una oportunidad a muchos que, de otra manera, tendrían muy difícil la supervivencia ante la falta de madera muerta y hojarasca. Ten por seguro que no todas las especies de insecto utilizarán hábitats artificiales. Y dentro de las que sí lo utilicen, cada especie tendrá diferentes requisitos de anidación (tal y como lo hacían los pájaros en las cajas nido, ¿os acordáis?). Con el tiempo, podremos irnos dando cuenta de cuales son los lugares preferidos de nuestros amigos favoritos... pero recuerda siempre que todos son necesarios, y que a la larga favorecer sólo una especie puede ser un error.

   Algo de lo que todos hablan y hacen ver es que este invento fascina y engancha. No ya sólo por el éxito en la polinización de tus flores y hortalizas, o porque sea siempre bonito en nuestro entorno, sino que es enormemente didáctico para niños y adultos como actividad al aire libre. Este quizá sea el mayor valor del hotel, como elemento educativo para escuelas y jardines públicos, una forma atractiva de explorar el mundo de los insectos de jardín y su importancia real.


Hotel de insectos, en el Jardín de Plantas de París





   Naturalmente puedes buscar en tiendas especializadas y comprarte un sofisticado hotel para insectos en tu jardín, pero nosotros aconsejamos hacernos uno nosotros mismos, ya que la experiencia en sí misma es de largo mucho más gratificante y puedes dar rienda suelta a tu vena artística y focalizarlo también como elemento decorativo. Y una vez más, como ya vimos con las cajas nido y comederos para pájaros, podemos hacerla sin mucho esfuerzo y utilizando únicamente materiales reciclados; madera de pallets para la estructura y una rejilla de gallinero para sostener todas las "habitaciones" en su sitio además de evitar la predación por parte de los pájaros, y para el interior buscaremos ramas secas, cabezas de cardo secas, piñas, cortezas, cañas o bambú, hojas, musgos y líquenes, pequeños troncos que perforaremos con agujeros de varios diámetros y profundidades... Aquí ya entra la imaginación de cada uno. Pero eso sí, es importante utilizar maderas no tratadas... ¡podrían desprender a la larga productos químicos que matasen a nuestros nuevos vecinos!
   Pero, ¿cómo hacer un hotel de insectos? No hay misterio ninguno, tu coge los listones de los pallets, e imagínate lo que puedes sacar de eso. En realidad es como hacer una caja poco profunda con pequeñas estanterías, en la que luego encajarás todo el material antes comentado que conformarán las "habitaciones" de nuestro "hotel". Lo importante es la idea, tener claro lo que uno quiere... el resto, es cortar y clavar ;)

   Te exponemos a continuación algunos proyectos simples. Pero si no es lo que buscabas, y no te inspiran... ¡no dudes en buscar por la red! Está plagada de ejemplos alucinantes, que de seguro te enamorarán. ¿Te acuerdas del Jardín de Luxemburgo que hace poco visitamos en París? ¡Era un buen ejemplo de ello!

A   Un hotel asequible pero de lujo sería el que nos plantean desde la página de thegreenlever, altamente recomendable para proyectos DIY. En él se exponen con detalle todos los materiales a utilizar (1 y 2), cómo realizar el claveteado a escuadra (3 y 4) así como la disposición del material interior (5, 8 y 9) y acabado en el tejado (6) y en la espalda (7). El resultado final es increíble (10).


Modelo propuesto por thegreenlever (vía)
B   Otro modelo similar es el que nos plantean desde la asociación Nature Kenya, en asociación con la National Geographic: 
 

Vía
C   El tercer proyecto que os presentamos a continuación nos explica los diferentes tipos de texturas y materiales utilizados, destinados a los distintos tipos de insectos a hospedar. Puedes verlo más desarrollado en la página ideas sostenibles, que en sí misma marca también un referente para todo aquel maniaco del bricolaje y el jardín.
 

Vía
siendo;

1. Paja o madera: proporcionan abrigo, óptimo para las crisopas, cuyas larvas se alimentan de plagas como pueden ser pulgones, cochinillas, moscas blancas, o huevos de ácaros.

2. Cañas de bambú, que proporcionan refugio para abejorros y abejas solitarias que polinizan las primeras flores de los árboles frutales, ya en el mes de marzo.

3. Macetas colgadas boca arriba y llenas de heno; atrae tijeretas que gustan de plagas como los pulgones.

4. Tablas de madera apiladas tras una rejilla, aptas para insectos xilófagos que intervienen en la descomposición de la madera muerta.

5. Los troncos agujereados son un refugio muy apreciado por muchos polinizadores, como las abejas y las avispas solitarias, cuyas larvas se alimentan de pulgones.

6. Los haces de varillas de médula de escaramujo, rosa, baya del saúco o cañas, proporcionan un refugio perfecto para los sírfidos y otros himenópteros.

7. Ladrillos: son apreciados por abejorros y abejas.

8. Pequeñas maderitas superpuestas unas sobre otras atraerán a mariquitas que vienen a pasar el invierno. Sus larvas consumen una gran cantidad de pulgones. Algo similar podríamos conseguir haciendo pequeñas ranuras en nuestras maderas planas.

D   Pero hay otros modelos mucho más sencillos, por si lo que queremos es hacer uno para un espacio reducido, o "para ver cómo resulta" antes de lanzarnos con un proyecto mayor. En este caso, bastará con hacer una pequeña caja o estructura de madera rudimentaria, y rellenarla con el material apropiado. Otro tipo también muy sencillo y efectivo aunque quizá no tan vistoso consiste en apilar pallets completos, e insertar los distintos tipos de materiales en su interior. Tiene la gran ventaja de hacer a los anfibios del lugar partícipes de nuestro proyecto. 



Distintos tipos de hoteles para insectos (Vías 1, 2 y 3)

   El lugar ideal para su colocación será en un lugar soleado, aunque siempre protegido de la intemperie, y relativamente cerca de las flores silvestres, árboles y arbustos de los que posteriormente se alimentarán. Por ejemplo así de paso también facilitaremos los numerosos viajes de algunas abejas hembra que pondrán un huevo en cada pequeño agujero, pero siempre acompañado de la cantidad de polen y néctar necesaria para el temprano desarrollo de su descendencia antes de cerrar la celda, lo que le llevará en torno a unos treinta viajes para cada una.

   Un hotel de insectos necesita también de cierto mantenimiento. Así, a los dos o tres años convendría renovar o limpiar a fondo las "habitaciones" interiores para evitar la proliferación de parásitos o enfermedades en los insectos.

   Es importante cerrar con una malla el hotel de insectos, ya que así impediremos que algunos pájaros tomen nuestro invento como un maravilloso restaurante. Y recuerda que la plantación de flores resulta a la larga el mejor método para atraer enemigos naturales de las plagas de jardín, además de agentes polinizadores. Las corrientes modernas no conciben un jardín sin alegres mariposas ni mariquitas, resultan ser tan importantes como las propias flores. Es por ello que, poco a poco, los pesticidas dejan de tener sentido en nuestros jardines.


Vía
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