Plantas de cada día; la cicuta (Conium maculatum)


   Hoy nos visita una planta con mucha historia, la cicuta o beleña (Conium maculatum). Aunque hoy la catalogamos de mala hierba, ya el propio Linneo, en su Hortus cliffortianus (1737) decía que tan solo el nombrarla infundía miedo en grandes y pequeños. No es para menos, sin duda es la más peligrosa de las umbelíferas, aunque quizá lo más soprendente sea el desconocimiento general de su existencia como elemento relativamente frecuente en bordes de camino o terrenos removidos a orillas de cualquier paseo.

   Siempre ha estado allí, y quizá conocerla en la historia y reconocerla en la naturaleza sea el mayor bien que podamos hacer con este breve paseo que hoy nos ocupa. Recordemos que la cicuta en si misma no es peligrosa, sólo lo es el mal uso que podamos hacer de ella.




   Algunos se sorprenden de su cercana presencia, pero en realidad la cicuta ha estado ahí desde mucho antes de que el hombre fuese hombre. La primera pista de su conocimiento y utilización por el género humano se remonta a los papiros egipcios (Ebers, 1500 a.C.), aunque casi con toda seguridad su relación venía de mucho más atrás.


Mucho ha cambiado la vida del hombre desde la Antigua Grecia, pero la Cicuta aún sigue a nuestro lado.

   Se hizo famosa en la Antigua Grecia, en la que se convirtió en un método habitual de evadir el máximo castigo para los ajusticiados a muerte, mezclada con opio o jugo de adormideras. En una sociedad en la que la belleza y el culto al cuerpo estaba tan arraigada, un veneno que evitaba el sufrimiento público y derramaminentos de sangre era algo muy apreciado. Y no solo para ajusticiamientos, sino que en algunas ciudad-estado los tribunales tenían la legitimidad de aplicarla como eutanasia, para evitar una vida de indigno sufrimiento en los casos de enfermedad que así lo justificasen.

¿Nos damos un paseo por la Antígua Grecia? (vía)

   Pero venga, vámonos que el tiempo apremia. Ponte estas sandalias y la toga (mira, esta parece más de tu talla), que llegamos tarde. Recuerda que estamos en la antigua República de Atenas, nos hemos conseguido colar en la máquina del tiempo y justo hoy se va a dar un importante veredicto...

En el mercado comprobamos cómo los antíguos griegos eran una civilización muy avanzada,
aunque ya se sabe, basada en las distintas clases sociales... (vía)

   ¡Caray!, con cuidado, no consigo entender qué clase de comodidad aporta este insufrible empedrado, aunque seguro que es mejor que tener las calles llenas de barro... tenemos que cruzar el mercado, más allá del puesto de esclavos... ¡Ah!, mírale, ¿le ves? Debe ser ese, ahí sentado, el viejecillo entrañable y tranquilo de la barba blanca en el patio. Ese al que un tribuno acaba de traer una importante misiva. Sus ojos tristes se entrecierran, y sus dedos dejan caer el papel al suelo: aquellos a quienes fielmente sirvió durante años, a los que llenó de gloria y poder, y por los cuales renunció hasta a su propia fortuna, hoy le comunican que será ejecutado por una falsa conjura en su contra.

   Tranquilo, sin premura, analiza con calma su situación. No en vano este escritor, orador, político y filósofo romano, pasará a la historia por ser uno de los senadores más admirados y respetados, defensor de la moral romana en una sociedad turbulenta que había perdido su rumbo e identidad.


   Como hombre respetado, decide decantarse por el suicidio previo al ajusticiamiento. Lentamente se acerca a la estantería y busca a tientas un pequeño frasco. Los años no pasan en balde, y su temblorosa mano tropieza varias veces antes de dar con su objetivo. Una última sonrisa aparece en sus labios al abrir el pequeño frasco que nunca pensó tuviera que usar. El olor a establo, ese inconfundible olor a ratones como su ocurrente médico una vez lo vino a llamar, lo invade todo.

   Con la claridad del que se sabe perdido, reconoce el que será el último olor que se llevará consigo de esta vida intensa, pero bien vivida. Paso a paso, titubeante, se introduce en una pequeña piscina caliente y entre los vapores que ahogarán su asma se decide a esperar lo inevitable... Poco a poco todo se va nublando... "hacia dónde nos llevas..."

    Mientras comienza a sentir la pesadez en sus piernas, es consciente de que su muerte marcará el principio del final, el ocaso de un imperio que a falta de enemigos a los que derrotar caerá sobre sí mismo. Es la decadencia la que atrae al vacío... Pero vayámonos, es hora de dejarle sentado con su gente querida, que es mucha, y sus últimos pensamientos. Ahí vienen llorando su esposa Paulina y algunos guardias fieles; pero la historia no se puede cambiar.

La despedida de Sócrates ("Socrates' farewel", vía)


   Sócrates fue sin duda un gran hombre. Afable y sencillo, dicen que sus últimas palabras fueron para su viejo amigo Crito, al que recordó que dejaba a deber un gallo a Asclepio, para que no olvidase saldar la deuda en su nombre.

   Por supuesto, la cicuta también vino a ser usada innumerables veces a lo largo de la historia con la única intención de asesinar a alguien de una forma limpia y sin dejar apenas rastro. Hay datados numerosos capítulos que así lo atestiguan, desde la ya mencionada Antigua Grecia, pasando por la Edad Media donde su uso fué asociado a la brujería, y hasta el presente más actual. Casos anónimos y casos más relevantes, como el del extraño suceso que llevó a la muerte al papa Clemente VII -que fue intoxicado durante una eucaristía en la que quemaron gran cantidad ramas de cicuta- llenan un oscuro currículum. Pero en realidad la cicuta no es más que una planta que nos guarda numerosas sorpresas.

No es raro encontrar grandes rodales de cicuta en terrenos removidos o degradados.

   La cicuta, beleña o Conium maculatum (del término griego Konas, que significa "girar sobre uno mismo", en referencia a los vértigos que produce su intoxicación) es una planta perenne, sin apenas pelillos, robusta y de hojas largamente pecioladas, muy divididas -pinnadas- y algo aserradas en su terminación, similares a las del perejil o el apio. Sin embargo su tamaño, así como el olor característico tanto de los unos como de la otra, los diferenciará rápidamente. Y siempre ante cualquier pequeña duda, mejor no ingerir nada, obviamente.

Sus hojas son grandes y anchas, dentadas y muy divididas, como las del apio o el perejil.
   Sus pequeñas y blancas flores serán hermafroditas y se agruparán en umbelas laterales o terminales de manera opuesta a las hojas, aunque algunas flores en la periferia de la umbela podrán ser únicamente masculinas. Es bienal, por lo que tardará dos años en completar su ciclo biológico.

Las pequeñas flores, de color blanco, se agrupan en redondas umbelas.
   En su segundo año alcanzarán un elevado porte (de hasta dos metros de altura), ayudada por unos robustos tallos huecos a modo de caña, que estarán algo estriados y levemente moteados en rojo púrpura por su base. Tras morir al segundo año, no es raro que la planta permanezca erecta y seca, mostrando los restos de sus umbelas en lo alto.

No es extraño que, a principios de la primavera, convivan las umbelas con los frutos
ya secos del año anterior, con la formación de nuevas flores.
   Como ya hemos dicho es una hierba aromática, con un olor característico algo hediondo, que habitará en lugares con cierta humedad en el sustrato tales como bordes de ríos o arroyos, aunque también en terrenos removidos y con cierto nivel orgánico. Su presencia será típica en bordes de caminos y junto a muros.

   Todas las partes de la planta son tóxicas debido a la presencia de coniina y coniceína, sobre todo en fresco, y la mera ingestión de una pequeña porción de su raiz dará lugar a síntomas secuenciales tales como sequedad en la boca, dilatación de pupilas, parálisis progresiva de los músculos, enfriamiento de las extremidades, vértigos y convulsiones, para terminar con la muerte de la persona por asfixia o insuficiencia renal.

Sus tallos, erectos y sin pilosidad, suelen presentar unas características
manchitas de color púrpuras en su parte más inferior.
   La mayor toxicidad se genera en sus frutos frescos ya maduros, aunque esta característica podría hacernos verla con otros ojos pronto, ya que hoy en día es una planta muy estudiada por la farmacopea más avanzada para erradicar distintos tipos de cáncer y otras enfermedades resistentes. Se han dado resultados excelentes al eliminar las células resistentes afectadas, aunque no obstante su dosis marca una línea muy fina entre la vida y la muerte, por lo que su uso no está recomendado.

   Por su composición, también tiene propiedades antiespasmódicas y analgésicas, habiéndose utilizado históricamente como sedante ante enfermedades dolorosas e intratables. También conseguía reducir la producción de leche (galactófuga), y se usó además, con más pena que gloria, para tratar neuralgias y fallos del sistema nervioso, al inhibirle a éste.

   Curiosamente no resulta tóxica para multitud de rumiantes ni para los pájaros. Por ejemplo es un alimento natural de los estorninos, ave que al ser a su vez alimento del ser humano provocó, en tiempos recientes, multitud de intoxicaciones que fluctuaban curiosamente conforme a su tendencia migratoria, según si las bandadas cruzaban o no rodales con la cicuta que les servía de alimento.

A pesar de su toxicidad para el hombre, algunos insectos la encuentran la mar de apetecible...


   En todo caso, cuando se produzca su ingestión tanto directa como indirecta, se recomienda llevar a la persona urgentemente al centro hospitalario más cercano.

Sus frutos en verde resultan ser extremadamente tóxicos.

 


6 comentarios:

  1. Qué interesante.
    Su nombre asociado por todos a veneno y el propio desconocimiento mismo de su existencia por muchos (por mi mísma!)

    Y de hecho así vista me resulta familiar, vamos que la he visto por algún lado seguro.

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    1. ¡Seguro que sí! Porque ya te digo que es super común encontrársela. La próxima vez seguro que la reconoces, qué te apuestas. Tu huele, huele... y pintitas en el tronco... inconfundible ;)

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    2. Acabo de darme un paseito por el campo y la he visto! pero si está por todas partes!
      Oye, me ha encantado el paseo, he ido viendo todas las plantitas de cada día!. Alli en Paris si las hay como están mezcladas con otras o no las veo también o pienso que igual no son las que tu describes

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    3. Claro, igual allí sus "plantas de cada día" son diferentes, no tan mediterráneas o adaptadas a nuestros veranos secos y calurosos. Qué bien que te sirva para irlas reconociendo... ¡me das una alegría, oye!

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  2. Me ha encantado la entrada, con el triste final de Sócrates y todo :)

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    1. Genial, me alegro que te gustara. Es una planta muy muy especial que merece la pena ser bien conocida.

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