Plantas de cada día; la achicoria (Cichorium intybus)


   La achicoria (Cichorium intybus) es una robusta planta medicinal típica de barbechos y bordes de camino. Originaria de las zonas meridionales de Europa, África y Asia, fue introducida en América en la época colonial, y posteriormente se ha extendido por casi todo el globo siempre que allí encuentre un suelo seco y soleado para su desarrollo. Su distribución mundial se debe en parte también a la mano del hombre ya que desde muy remoto sus tempranas hojas han sido utilizadas por éste como fuente de alimento, y por ello ha sido desde comienzos del siglo XIX, al igual que lo es profusamente en la actualidad, cultivada en diversas variedades. Como decimos, sus tiernas hojas en el cogollo invernal se comen no sólo como forraje para el ganado, sino como verdura de consumo humano tanto cocidas como en ensaladas, y su extracto se utiliza además como aditivo en distintas bebidas alcohólicas. Al crecer, las hojas se volverán amargas y hasta tóxicas para el consumo animal en general. Su profunda y gruesa raíz se ha venido utilizando una vez tostada como sucedáneo del café en tiempos de escasez, aunque su uso más generalizado vino a darse durante la época de las guerras napoleónicas, a principios del siglo XIX. Más recientemente, y dado su similar sabor, también ha sido utilizada por el contrabando para adulterar este. Aunque en el fondo y sin querer algo bueno estaban haciendo, porque a diferencia del café, la achicoria no contiene alcaloides excitantes, y tiene efectos fortalecedores de la acción estomacal y hepática, como luego comprobaremos.

   Alcanza el metro de altura, y sus hojas basales, espatuladas y carnosillas, recuerdan a las del diente de león. Las superiores tienden a desaparecer a lo largo de sus angulosos y pilosos tallos, sobre los que terminalmente se alojan a lo largo de todo el verano unas hermosas inflorescencias liguladas (con dientitos terminales en sus pétalos) de un color lila azulado, que abrirán únicamente cuando estén a pleno sol, al que levemente seguiran en su trayectoria tal y como haría un girasol.

   Una especie muy parecida es la endivia (Cichorium endivia), aunque a diferencia de esta, la achicoria es perenne y en su involucro floral presenta las brácteas externas con la mitad de la longitud de las externas. Curiosamente, la variedad comercializada como "endivia" se corresponde con la veriedad "witloof", que significa "hoja blanca" en holandés, y que fué originada en Bélgica hacia el año 1870 a partir de la achicoria silvestre. Aunque su consumo no está muy arraigado en nuestras latitudes, sus hojas finas y blanquecinas, alargadas y algo más dulces que amargas, son muy apreciadas en la alta cocina y como variante a las más comunes lechugas. Quien podría resistirse a unas maravillosas endibias al roquefort. Sin embargo, su cultivo es algo complicado para un huerto familiar (habría que cultivarlas muy juntas, atando sus hojas o cubriéndolas quince días antes de su recolección), por lo que se aconseja cultivar otras variedades de achicoria de hoja ancha, que aunque no tengan ese toque blanquecino y sean más similares a las lechugas en apariencia, contienen los mismos nutrientes y vitaminas que la más comercializada endibia.

El uso de los cogollos de endivia es muy frecuente en la alta cocina actual (vías 1 y 2)


   Si decimos que ya Carlomagno hacía referencia a ella como planta medicinal, teniendo su máximo apogeo en la Edad Media en la que ya el famoso alquimista, médico y astrólogo suizo Teofrasto Paracelso la aconsejaba tanto como emplasto o como infusión, nos vamos haciendo un poco a la idea de con qué tipo de planta estamos tratando.

Carlomagno (izquierda) y Teofrasto Paracelso (derecha), históricos mentores de la achicoria (vías 1 y 2)

   Las propiedades de esta planta son muy variadas, y es por ello que es común ingrediente en numerosos suplementos alimenticios. La ingestión de su infusión (a razón de dos cucharaditas por litro de agua) es un bien conocido remedio para problemas digestivos, al estimular al hígado y la secreción de bilis. Debido a sus coleréticos también es laxante y diurético, por lo que es considerado un desintoxicante y depurativo de primera categoría, hecho que le ha llevado a ser comúnmente utilizado para la eficaz expulsión de gusanos y parásitos intestinales, así como remedio contra la excesiva retención de líquidos. También tiene propiedades aperitivas, sirviendo de estimulante del apetito en procesos de anorexia.


Recolección de hojas basales de achicoria para su uso gastronómico (vía)
   Además, al contener inulina, su consumo ayuda a bajar peso y mejora el funcionamiento del aparato digestivo, y en forma de cataplasma resulta ser además un buen cicatrizante además de ser eficaz en afecciones reumáticas y gota. Su alta concentración en carotenoides actúa como antioxidante natural, previniendo el envejecimiento celular. Se ha constatado además que su consumo aumenta la eficiencia del sistema inmunitario ante enfermedades cardiovasculares, así como procesos cancerígenos. Por su alto contenido en ácido fólico ayuda a prevenir anemias y es un excelente condimento para el correcto desarrollo de fetos (siempre bajo prescripción médica), para fomentar la formación de su sistema nervioso y en la elaboración de proteinas.

La achicoria, un elemento fundamental en nuestro huerto (vía)

   Industrialmente, la inulina que contiene ha hecho que sea utilizada para potenciar otros sabores. Otro uso curioso es que su infusión se ha empleado como insecticida para animales.


Plantas de cada día; la chupamieles (Anchusa azurea)

   La chupamieles, lengua de buey, alcalcuce o argámula (Anchusa azurea) es una boraginácea ruderal de nuestros campos y bordes de camino que crece vigorosa a pleno sol en suelos bien drenados (tanto calizos como silíceos) y que, por sus inflorescencias con espigas de flores de un color azul intenso tan característico, se ha hecho un hueco en numerosos jardines silvestres. De hecho, el término "azurea" es un epíteto latino que viene a significar "azul profundo". Perenne y bienal, florece a finales de primavera o verano de su segundo año, con unas flores hermafroditas de cinco pétalos que, soldados por su base, conforman una alargada corola tubular, al igual que el resto de la planta, muy tomentosa y cubierta de pelillos algo rígidos.

   Aunque muy ramificada desde la base, su altura va desde el medio metro hasta sobrepasar ampliamente el metro, y sus alternas hojas tienen forma lanceolada, a la que hace referencia (además de por su tacto áspero) el nombre vulgar de "lengua de buey".

   El nombre de "chupamieles" da idea además de lo ligada a la cultura popular que ha estado esta planta; era ya en el siglo XI cuando Umdat Al-tabib (un botánico anónimo hispanomusulmán) relataba que "las gentes chupan la flor de esta planta y extraen del fondo de la flor una lágrima de miel".


   Es además una planta medicinal que popularmente se ha utilizado en forma de infusión como antiinflamatorio, diurético y sudorífico, siendo apta ante procesos gripales y catarrales. Para ello se recolectarán en verano sus hojas y flores, administrando una cucharadita por taza, unas tres tazas al día. También ha venido siendo usada para afecciones cutáneas como dermatitis, soriasis o contusiones y hematomas, así como para calmar y suavizar la piel. En estos casos, se utiliza la planta usándola por medio de cataplasmas o lavados en la zona afectada. ¡Pero mucho cuidado! Su uso tiene que estar regulado por un experto, ya que puede resultar muy tóxica en mujeres embarazadas, así como en niños y casos de hepatopatías.
   Popularmente, su raíz machacada se ha utilizado como emoliente cosmético para dar color a las mejillas. Como pariente de la borraja que es, sus hojas son comestibles. Cocidas y aliñadas, o también rehogadas, tienen un sabor suave y delicado, aunque hay que cocerlas bien para que sus pelillos no resulten ásperos en el paladar. Se reproduce con facilidad a partir de esquejes de raiz, así como por semillas.

Plantas de cada día; el cardosanto (Cnicus benedictus)


   El Cardo bendito o Cardosanto (Cnicus benedictus)... ¡Vaya un nombre para un cardo! Pero es que menudo cardo, imagínate el número de aplicaciones medicinales que puede llegar a tener la plantita que, por otro lado, resulta que tiene un olor algo desagradable, y un sabor bastante amargo...

   Es bastante peculiar, y no parece difícil reconocerla. Tiene tallos de sección poligonal, rojizos, estriados y cubiertos de pelillos. Las hojas, en roseta, algo dentadas y terminadas en una espina apical en cada diente, son también velludas y abrazan el tallo. Las flores, de un vistoso color amarillo, se erigen de junio a agosto de forma terminal al final del tallo, y sus cálices espinosos y cubiertos de pelillos forman unas curiosas cabezas similares a una alcachofa coronada con espinas, que darán finalmente infinidad de pequeños frutitos alados (aquenios, con plumosos vilanos) que se dispersarán con la ayuda del viento. 
Los tallos son rojizos, velludos y de sección poligonal

   Es un cardo típicamente mediterráneo, y como tal gusta de terrenos baldíos, secos y a pleno sol. También ha sido introducido en los continentes americano y australiano allá donde el clima lo ha permitido. Su porte no suele llegar a gran altura (lo más normal es encontrarlo en formas rastreras y sin apenas desarrollo del tallo), aunque en cultivos realizados en centroeuropa (Rumanía, Ucrania, Estonia), con fines medicinales, se ha constatado que puede llegar a superar el metro de altura.
Las hojas son tomentosas y lanceoladas pero dentadas, con espinas terminales en sus dientes
   Ha venido siendo usada como planta medicinal desde tiempos inmemoriales. De hecho, su nombre científico (Cnicus benedictus) hace referencia a los monjes benedictinos que ya por la Edad Media utilizaban sus propiedades como remedio para la peste, lavando las heridas y úlceras de la piel con su infusión, para luego aplicar cataplasmas con hierba machacada. No en vano es un excelente desinfectante, antiinflamatorio y antibiótico tanto bacteriano, viral o fúngico, y es la base de numerosas medicinas existentes en nuestras farmacias. Además, es también diurético, estomacal y aperitivo. Su infusión se prepara a razón de una cucharadita de hierba (la recolección se realizará en base a hojas tiernas, antes de la floración de la planta) por cada cuarto de litro, una taza dos veces al día sin endulzar. También es bien conocido su uso como remedio para los sabañones, a base de cataplasmas. Y por supuesto bien conocida en la medicina tradicional es su tintura, dejando para ello fermentar la planta varios días en alcohol, siendo apta para calmar artritis y reúmas, a razón de unas cincuenta gotas aplicadas entre una y tres veces diarias. 
La inflorescencia, siempre amarilla, se rodea de una especie de alcachofa, coronada de espinas

   Hoy en día se sigue estudiando su uso en cientos de enfermedades y trastornos, que van desde aplicarlo para estimular la sudoración o salivación, hasta como remedio para afecciones pulmonares, artritis, epilepsia, depresión o distintos tipos de cáncer. Pero, ¡ojo!, mucho cuidado con su uso en mujeres embarazadas o niños, ya que puede resultar abortante o dar lugar a contraindicaciones tales como alergias a los taninos que contiene.

   También se ha utilizado como aditivo en licores de hierbas y orujos, recolectándose la planta al uso en los meses de julio y agosto.
Detalle de la inflorescencia


Pueblos de un vistazo: La Herguijuela


Hoy nos vamos a La Herguijuela, un pequeño pueblo situado en la Sierra de Gredos.
Su altitud (1600m) y sus vistas la hacen merecedoradel título de Balcón de Gredos junto
con otro cuantos pueblecines más.

¡Pasen y vean que empieza el recorrido!.




En invierno volveremos a él para mostraros lo impresionante que es cuando está nevado...
Por ahora sólo un pequeño anticipo ;)



¿Será un pájaro, será un avión?


   ¿Qué os parece si hoy intentamos identificar vencejos, aviones y golondrinas? Son unos animales increíbles, insectívoros de vuelos vertiginosos que no suelen faltar cerca de nuestros hogares en los meses de primavera y verano, y sin embargo tendemos a mezclar nombres y terminamos por no saber quien es quien. Vamos a intentar que la próxima vez que veamos uno sepamos, sin mucho margen de error, de quién estamos hablando. Al menos de los más comunes, que luego ya caerán posteriores posts para irlos conociendo más detenidamente a cada uno...


Aviones comunes recogiendo barro para la construcción del nido (vía)


   Así de buenas a primeras, podemos diferenciar tres grupos; Vencejos, golondrinas, y aviones.







   Los vencejos (familia Apodidae) son unos animales increíbles. Vuelan a grandes alturas (hasta más de un km!) y prácticamente viven en el
aire, tanto es así que pueden hasta dormir o reproducirse suspendidos en el aire mientras vuelan para no tener que posarse. Cuando se ven obligados a ello, mayormente por temas de anidación, eligen huecos en cornisas o atalayas desde las que puedan lanzarse al vacío y remontar el vuelo sin problemas, ya que sus cortas patitas no les sirven para andar, sino sólo para agarrarse a las superficies. Suelen volver a nuestras latitudes tras invernar en el Sur de África, para aquí anidar en los huecos de los edificios viejos aprovechando las grietas de las paredes.


Ruidoso grupo familiar de vencejos comunes (vía)

   La identificación del vencejo común (Apus apus) es sencilla. Tiene una silueta gris oscura (tan solo su garganta es algo más pálida, pero es algo difícilmente observable en
vuelo), con las alas muy estrechas y largas (en forma de guadaña) y una cola corta levemente ahorquillada. Suelen formar grupos familiares chillones, vuelan a altísima velocidad, y su tamaño relativamente grande si lo comparamos con aviones o golondrinas.


Vencejo común (vía).



   El vencejo pálido (Apus pallidus) es muy similar al vencejo común, pero con tonos algo más marrones y la mancha de su garganta algo más patente. Son fácilmente confundibles, siendo la distribución de éste último limitada a zonas costeras del sur, este y oeste peninsular.

Vencejo pálido (vía). Silueta similar al vencejo común, solo que algo más parduzco y garganta blanquecina más patente



   El vencejo real (Apus melba) es grande, muy grande incluso para ser vencejo, con grandes manchas blancas tanto en la garganta como en vientre. Su vuelo es más pausado, y suele anidar en riscos lejos de las grandes ciudades.


Vencejo real (vía). De tamaño grande, batir de alas lento, y vientre y garganta blancos.




   Las golondrinas, al igual que los aviones (familia Hirundinidae) son unos paseriformes visiblemente más pequeños que los vencejos, aunque  sus costumbres de vida son similares a aquellos. Tienen una cola larga y muy ahorquillada que las hace inconfundibles.


 
Pollos volanderos de golondrina común (Hirundo rustica)



    El nido de la golondrina común (Hirundo rustica), hecho con barro y pajas que va recolectando con su pico, tiene forma de cuenco abierto apoyado siempre en muros o riscos, buscando el resguardo frente a inclemencias meteorológicas. Tiene garganta y cara de color rojo (ocre en los juveniles), collar negro característico, vientre totalmente blanco, y manchas blancas (ventanas) en las plumas de su cola.
 
Golondrina común en vuelo, y sus polluelos en el nido (vías 1 y 2)
Obsérvese la cola ahorquillada (moteada en blanco cuando está extendida),
la cara y garganta rojiza de los adultos, y el vientre blanco.

 
   La golondrina dáurica (Hirundo daurica) es algo más esquiva a las poblaciones humanas, construye con barro su nido en precipicios, cuevas o ruinas, constando éste de una cámara
cerrada con un túnel de entrada. Su forma es similar a la golondrina común, pero tiene un obispillo (mancha en la espalda) color rojizo pálido, garganta pálida, además de otra franja rodeando su cara y nuca del mismo color.


 
Golondrina dáurica (Vías 1 y 2). Obsérvese su obispillo, garganta y franja en la cabeza







   En realidad pertenecen a la misma familia que las golondrinas, aunque los distinguiremos fácilmente por su cola no tan larga ni
ahorquillada.


   Como dato identificativo del avión común (Delichon urbica) tenemos su obispillo blanco. Vientre también totalmente blanco, aunque cola (y resto del dorso) completamente negros. Cría en
las cercanías del hombre, en cornisas y muros, aunque también está presente en precipicios y áreas no tan antropizadas. Su nido tiene forma de cuenco aunque normalmente cerrado por la cornisa que lo sostiene.


 
Avión común (vías 1 y 2)
Obsérvese el obispillo y vientre blancos, en contraste con su dorso y cola completamente negros.


Nido de avión común (vía) en una cornisa.


   El avión zapador (Riparia riparia) cría en colonias excavando túneles de más de un metro de profundidad en terraplenes o taludes de cierta altura, siempre cercanos a alguna
laguna o zona húmeda donde cazarán su fuente de alimento. Tamaño pequeño, con dorso grisáceo-parduzco sin obispillo diferenciable, y vientre blanquecino con una franja pectoral característica.



Avión común (vías 1 y 2)
Obsérvese el tono parduzco oscuro de su dorso, mucho más aclarado ventralmente
donde es atravesado por una franja ventral más oscura. Carece de obispillo patente.


Aspecto típico de una colonia de avión zapador (vía)



   El avión roquero (Ptyonoprogne rupestris) es similar al anterior, algo más grisáceo. Cría en ambientes montanos y rupícolas, en precipicios, cuevas, roquedos o ruínas. Su cola extendida tiene leves manchas blancas destacadas.


El avión roquero (vías 1, 2 y 3) es similar al zapador, quizá algo más grisáceo
y sin la franja ventral que atraviesa el pecho de aquél.
Su cola tiene manchas blancas características, aunque son difíciles de diferenciar en vuelo.

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...