Luciérnagas II



(vía)

    Ya lo vimos en nuestro anterior post, es un insecto tan popular como desconocido. Parece un gusanito aislado vagando por el mundo, y resulta que por conocer se conocen más de 2.000 especies distintas de lampíridos. E incluso yendo un poco más allá, resulta que son unos insectos que todavía tienen mucho que ofrecer. Sin ir más lejos, en el 2008 se ha descrito en Portugal una nueva especie, la Lampyris iberica, que más que probablemente tenga presencia en nuestro país, por lo que habría que revisar las numerosas citas de entre otras la más común Lampyris noctiluca, ya que todas las especies de luciérnagas resultan ser relativamente parecidas y tener comportamientos similares. Citaremos a continuación una breve reseña de las más comunes:

 


Larva, hembra y macho de Nyctophila reichii
(Vía fotografías 1, 2 y 3)
  
    La larva de la luciérnaga mediterránea (Nyctophila reichii) es característica por su color rosado veteado en negro ventral, que se advierte incluso en su parte dorsal, más negruzca. Como todas las larvas gusta de ambientes húmedos, y su tamaño puede variar hasta los tres centímetros propios de una hembra adulta. Dichas hembras serán de un color amarillo pajizo, melado, con tonos rosados bajo la cabeza y cara ventral, y siempre mayores que los machos. Tiene además dos pequeñas alas vestigiales de color marrón, aunque no pueden volar por lo que su movilidad es muy reducida.

   El macho en cambio tendrá élitros de color marrón claro bordeados (lo que les diferenciará de los Lampyris), teniendo además en su parte inferior una característica mancha rojiza. Brillan por medio de unos puntitos de luz cuando son molestados (por ejemplo, cuando se les coge), y el tamaño relativo de sus ojos respecto al cuerpo es muy grande, para poder localizar así a las hembras.

   Se ha constatado su presencia en casi toda la península, siendo menos frecuente en el tercio norte occidental.


Larva, hembra y macho de Lampyris noctiluca (Vía 1, 2 y 3)


    Tanto en el caso de la luciérnaga europea (Lampyris noctiluca), como en el de la luciérnaga ibérica (Lampyris iberica) y Lampyris raymondi, la larva sólo puede diferenciarse a nivel de género, siendo esta grisácea con manchas rosaceo-anaranjadas en los vértices laterales de sus segmentos. La parte ventral suele ser blancuzco-amarillenta, aunque raramente también puede tener algún tono rosado. Brillan durante varios segundos de duración y con intervalos de decenas de segundos en oscuridad.

   La luciérnaga ibérica hembra tiene una mancha rojiza en los laterales de la parte posterior de su cabeza (pronoto), y la coloración de segmentos abdominales resulta ser más clara que la de la hembra de luciérnaga europea. Estas últimas son de tono más oscuro y carecen de los puntos rojos en el pronoto así como de alas.
  

Lampyris iberica hembra (izquierda, véase su órgano luminiscente) y macho (derecha)
 

Lampyris raymondi macho (izquierda) y hembra (derecha)
    Los machos de la luciérnaga ibérica tienen dos puntitos blancos en la parte posterior del pronoto. Los élitros son de tono tostado, con un margen de coloración más clara. El aspecto general de la luciérnaga europea es oscuro, negruzco mate; apenas se distingue el margen de los élitros. Y la luciérnaga Lampyris raymondi tiene una coloración más clara y brillante que la luciérnaga europea (tonos tostados en los élitros y márgenes más claros).


   La distribución global de las tres especies se centra en la mitad norte de la península.


   Otras especies ya algo menos representativas pueden ser la luciérnaga de las Baleares (Nyctophila heydeni), o las luciérnagas con "gafas" (Lamprohiza mulsanti, L. paulinoi). También se ha encontrado presencia puntual de la luciérnaga longicorne (Phosphaenus hemipterus), Phosphaenopterus metzneri, o Luciola lusitanica. Si quieres saber más, visita aquí esta completísima página de José Ramón Guzmán Álvarez, entre otros, que resulta un referente en el tema de las luciérnagas ibéricas. Aporta además unas siempre agradecidas tablas de identificación.





Macho de luciérnaga mediterránea (vía)
 
   Parece a priori que el descenso de la población de luciérnagas es algo que todos tenemos claro. No hablamos ya de esas luciérnagas tropicales de Brasil que dan masivos espectáculos nocturnos llenos de color (que también), sino cada uno en nuestro pueblito; con cualquiera que hables, te comentará que antes sí que había muchas, pero que ya hace tiempo que no las ven en las noches de verano.




   En realidad parece que esta sensación que tenemos todos es en parte cierta y en parte no. Una de las causas más manejadas para no ver luciérnagas es el hecho de no conocerlas, y sobre todo el hecho de que la gente, al crecer, ya no visita tanto los ambientes rurales donde las veían cuando eran más jóvenes. Y tampoco se encuentra tiempo ni curiosidad para ir en su busca. ¿Hace cuanto que no sales a andar despreocupadamente por el campo entre el crepúsculo y la noche, entre los meses de mayo y agosto, sin linternas y observando simplemente por el placer de observar, a las orillas de un río, en un prado o entre las huertas?


Larva de Lampyris sp. cazando una babosa (vía)
  
   Pero sí, es cierto que incluso los que sí lo hacen, constatan que hay una menor presencia de luciérnagas en nuestros campos. Y las razones son tan variadas como nombres tiene el pobre bicho. Quizá la razón sobre la que giran todas es el cambio del paisaje agrícola en los últimos años. El abandono de las zonas rurales y con ellos de huertas y pastos montanos hacen que prolifere el matorral y el arbolado, y eso no le es favorable a una especie que se alimenta básicamente de caracoles y babosas, en lugares húmedos y cultivos. El abuso de insecticidas y herbicidas está causando estragos no ya en las luciérnagas sino en toda la población de invertebrados, y fuera del medio rural, las huertas y jardines que aún persisten suelen estar rodeadas de calles de hormigón y asfalto. La imagen de una población rodeada de huertas en las afueras, se ha sustituido por una ciudad rodeada de chalets y nuevas urbanizaciones.
  


Macho y hembra de luciérnaga mediterránea
(vía)
     Las calles y carreteras asfaltadas resultan ser barreras infranqueables tanto para los caracoles como para las larvas de luciérnaga. Y por si fuera poco, la contaminación lumínica de nuestras casas y calles desconciertan y atraen a los machos, que nunca llegarán a reproducirse, aislando poblaciones de luciérnagas próximas unas de otras.

   Muchas grandes razones contra un pequeño insecto que se afana por alegrarnos las noches de verano. De ser un agradable compañero, se ha convertido en un bioindicador de la calidad de las condiciones de un huerto. Así que si puedes ver luciérnagas cerca tuya... siéntete orgulloso, porque un huerto con luciérnagas puede ser igual de productivo o más que otro contaminado e inundado de pesticidas, y desde luego mucho más saludable y respetuoso con el medio ambiente.
 

Lampyris noctiluca (vía)
 



   Parece obvio que, para encontrar luciérnagas, tenemos que buscar un lugar donde se ubique también su fuente de alimento; el caracol y la babosa. Teniendo en cuenta esto, buscaremos su presencia en sitios algo húmedos, tales como muros de huertas, jardines, y plantas cercanas a acequias y cursos o puntos de agua. También en vaguadas, riberas, junto a cultivos de regadío o que guarden cierta humedad, así como en pastizales no muy extensos o praderas de diente. No es extraño encontrarlas junto a caminos y ribazos que crucen tierras de cultivo. Prefieren paisajes en mosaico, que varíen bosquetes, matorral o setos, con claros abiertos. Nunca los busques en las cercanías de lugares con una excesiva iluminación nocturna, o en territorios aislados por calles y carreteras.

(via)
   Son querenciosas, así que si un año las encontraste en un lugar, es posible que vuelvas a encontrarlas allí al año siguiente.

   Un último consejo es que no pierdas la fe; es posible que cuando busques no encuentres, y cuando no las busques las halles, pero ten por seguro que aparecerán si sales en la época adecuada (paseando una noche clara tras un día de lluvia, a finales de primavera o de verano y encendiendo la linterna lo menos posible) y eres paciente. Recuerda que no son frecuentes, pero tampoco son raras.



   Y si finalmente consigues un avistamiento... ¡comparte tu alegría! Cualquier colaboración para el estudio poblacional de estos insectos será bienvenida en el correo gusanosdeluz@gusanosdeluz.es
 

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2 comentarios:

  1. Y yo que vivía pensando que las luciérnagas eran animales mitológicos....

    Hasta que un día yendo en coche por Italia pregunté me parecía ver un montón de restos de colillas por la carretera, pero claro... en una carreterita de campo que subía y bajaba las colinas eso era difícil de creer hasta que me dijeron.... son "luciole" oooooooooooooh! no me lo creía!

    Hasta la fecha sólo las he visto allí y nunca en España.

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  2. Pues mira que yo tb pensaba que nunca las había visto, y de pronto al ver cómo son las larvas... caray! Pues sí que las he visto por el huerto, sí...

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