Abejorros I


   Si hoy te levantaste, te asomaste a la ventana para respirar hondo, y una pequeña pelota peluda que volaba torpemente de flor en flor te ha saludado con un zumbido amenazador, enhorabuena; te has topado con un alegre abejorro. No en vano, etimológicamente el término "Bombus" podría originarse en la palabra "bombos", del griego antiguo, en referencia a el zumbido que produce durante su vuelo.
Bombus terrestris, dándose un chapuzón de néctar.

   Los abejorros son visitantes habituales de nuestros jardines y terrazas, y sin embargo no dejan de ser unos grandes desconocidos. Por ejemplo, aunque los veamos solitarios en su búsqueda de néctar y polen (como podéis imaginar, son unos increíbles agentes polinizadores) resulta que son unos insectos muy sociables. Su organización social guarda mucha similitud con la que ya vimos en las abejas: una reina, distintos abejorros hembra obreras que hacen la mayor parte del trabajo en la colonia, así como machos reproductores que cooperan en las distintas necesidades de la colonia. Colonias, vaya por delante, que son mucho menos numerosas que las de sus primas las abejas.






   Cuando hablamos de un abejorro parece que debe haber uno o dos, y sin embargo hay más de 250 especies distintas de abejorros. Consecuentemente, decir que un abejorro tiene una forma o color es algo bastante incierto, porque varían enormemente no ya con las distintas especies, sino hasta incluso dentro de individuos de distintas castas en la misma especie, lo que hace que su determinación sea bastante complicada. Por lo general, suelen ser peludos, con colores negros y amarillos en bandas, ocasionalmente rojos o incluso totalmente negros.

   Para poder identificarlos y a modo de orientación, aquí os adjuntamos unos dibujos con los más comunes:


(vía)

Nidos de abejorro (vía)


   Su presencia mundial se centra en el hemisferio norte y sudamérica, aunque fueron también introducidos en Australia y Nueva Zelanda. Redunda decir que el continente australiano ha sido por antonomasia la fuente de experimentación en el arte de introducir nuevas especies produciendo un grave impacto a las nativas que allí moran, tanto por la transmisión de nuevos patógenos que no han evolucionado paralelamente a la especie, como por el hecho de que las especies introducidas suelen ser más eficientes ante la no existencia de un predador o competidor que las regule. Ya vimos un ejemplo con la viborera, y los abejorros no iban a ser menos. En la época de las colonias, los comerciantes introdujeron distintas especies de abejorro con la intención de ser más eficientes en su afán polinizador en las plantaciones que allí se llevaban a cabo. El resultado fue una rápida expansión de dichas especies de abejorro (¡de hasta 90 km anuales!), en detrimento de las especies de abejorro nativas.

Abejorro de cola roja, Bombus lapidarius (vía)
   Normalmente estas historias no tienen una vuelta de hoja y terminan mal, pero en este caso sucedió que, en su inglaterra natal, los abejorros empezaron a escasear fruto del aumento de la polución, la fragmentación de hábitats, así como del uso indiscriminado de pesticidas. Y resultó que finalmente se dieron por extinguidos, hasta que alguna mente brillante recordó aquel episodio pasado, en el que unos cuantos abejorros se hicieron a la mar para conquistar nuevos mundos... y así fue cómo hicieron el viaje de vuelta, para recolonizar la tierra natal que ya volaran sus ancestros.








   Biológicamente, encontramos muchas similitudes con las abejas. Por ejemplo tienen el cuerpo totalmente cubierto de pelos largos y ramificados que guardan diversas funciones. La más obvia quizá sea el hecho de que son una trampa estupenda para almacenar polen de forma involuntaria. Es más, dichos pelos acumulan carga electrostática que hacen que el polen se sienta atraído por ellos. Por supuesto, también protegerán al animal del frío en invierno.

   Como puedes ver además en el abejorro común (Bombus terrestris) de la fotografía superior, también la pata trasera de las obreras está modificada para tener un cestillo cóncavo cuya función básica es el transporte de polen a la colmena.



   La reina tiene la capacidad de diferir internamente la fecundación de sus huevos, para así sólo fertilizar los huevos que se convertirán en próximas hembras reina, dependiendo de las necesidades de la colmena. Al igual que sus parientes las abejas, el polen tendrá un papel decisivo en la alimentación de las larvas, y consecuentemente en la determinación de la futura casta del individuo. Los huevos de la reina no fertilizados darán lugar a zánganos, aunque un hecho característico es que las hembras obreras no son completamente estériles y pueden también poner huevos que darán lugar exclusivamente a machos viables. Este hecho quedará inhibido por las feromonas especiales, así como por las agresiones físicas, que la reina ejerza sobre sus súbditos.



Bombus pascuorum, el abejorro común del cardo  (vía)

   Al contrario que las abejas y salvo las jóvenes reinas (que acumularán grasa corporal tanto como les sea posible antes del invierno, cuando se ocultarán en el suelo para hibernar tras ser fecundadas), el resto de la colonia de abejorros no hibernará y no tendrá la necesidad de producir miel, y es por ello que su uso agrícola se limita a la polinización. Al regresar los abejorros al nido, depositan el néctar y el polen en las celdas de cría o de almacenamiento, pero sólo durante unos días, por lo que son mucho más vulnerables a la escasez de alimento que las abejas melíferas. Por todos estos motivos les hace ser  más activos en condiciones o circunstancias en las que las abejas cesan o bajan su actividad, por ejemplo: no tienen problemas en libar en espacios de dimensiones reducidas como invernaderos o túneles, y además pueden hacerlo a temperaturas relativamente bajas (en torno a 10ºC) y con escasez de sol (otro punto que les diferencia: su orientación no depende del sol como en el caso de las abejas), incluso son capaces de visitar nuestras florecillas con un viento fuerte y una lluvia ligera... ¡insectos todo terreno!

Xilocopa violacea, el abejorro carpintero europeo, que hace sus nidos en los troncos y árboles muertos (vía)

   Otra gran diferencia entre abejas y abejorros es la ausencia de comunicación entre ellos, y este hecho es muy positivo para por ejemplo campos de frutales, ya que al no saber donde se encuentran las flores idóneas para visitar va tanteando por aquí y por allá una y otra vez, favoreciendo la polinización cruzada.


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