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Vamos, que sólo mencionar esta leguminosa hace que las vacas se relaman. Si tienes la suerte de tener una cerca pruébalo, porque el medicago sativa (alfalfa o mielga) es una planta francamente forrajera y palatable; tanto es así que resulta ser la principal especie forrajera a nivel mundial, sobre todo en regadío, junto al género trifolium. Suele crecer erecta y así llegar al metro de altura, y aunque gusta de sustratos húmedos, puede resistir relativamente bien periodos de sequía al desarrollar un profundo sistema radical. Sus hojas son alternas, pecioladas, y tienen formas trifoliadas variables, aunque lo más normal es descubrir foliolos más o menos lanceolados. Sus flores color violeta se agrupan en racimos numerosos, y sus frutos tienen una típica forma espiral abierta.
Su composición es rica en sales minerales y contiene isoflavonas, además de una gran cantidad de vitaminas entre las que cabe destacar la abundancia en vitamina C, K, D, y E. Así pues, sus aplicaciones en la medicina vienen siendo enormes; para detener hemorragias, prevenir trombosis o arterioesclerosis, como estrogénico, antianémica y como tónico reconstituyente, estimulante digestivo o complemento ante deficiencias vitamínicas. Y vía libre para los curiosos, que esto es la punta del iceberg; esta plantita vale para casi todo. Aconsejable desde para espasmos nerviosos, reumas o artrosis, hasta para la menopausia o para regular los niveles del colesterol. Una joyita arvense al alcance de cualquier mano que sepa verla. Como nota curiosa, en Norteamérica se han realizado cultivos con una finalidad específicamente apícola.
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